Revista Tendencias
Inspiración... La musa que todo el mundo busca y que pocos saben encontrar. Hace muy poco leí que cuando estamos más inspirados es cuando estamos tristes o pasando por un mal momento. Es entonces cuando nuestra creatividad está al límite, al máximo. Y que, en cambio, cuando somos felices, es menos probable que seamos creativos. Voy a discrepar con eso.
Aunque sí, hay parte de razón en esa idea. Yo misma tengo más ideas cuando no estoy en un buen momento. La mitad de mis textos están escritos en malos momentos. Supongo que será porque pensamos demasiado, tanto que desarrollamos nuestra creatividad, se nos ocurren cosas, imaginamos lo que no es. O porque necesitamos sacar todo lo que llevamos dentro.
Pero eso no es todo. La inspiración también se esconde en los momentos felices. En los momentos tranquilos. En un recuerdo. En una mirada. En una sonrisa. En un gesto de complicidad. Está por todos lados. Está en la calle, en casa, en los lugares que frecuentamos y en los que tenemos por descubrir. Está en el mar, en la naturaleza y sí, también en el fuego y en el cielo. Está en cada uno de nosotros. Y creo que el mayor error que cometemos es que la buscamos demasiado, y en los sitios equivocados. Nos pasamos la vida buscándola y no dejamos que ella nos encuentre.
Siempre he sido una persona muy curiosa. Y observadora. Demasiado, quizás. Supongo que si no fuera tan observadora me hubiera llevado muchos menos disgustos en mi vida. Pero es lo que hay, todo tiene su lado positivo. Y ha sido eso, esa curiosidad, esa observación, lo que me ha traído a mí la inspiración. A lo largo de mi vida me habré inspirado en muchas cosas. En personas, amigos, familiares, libros, películas, obras de teatro, desconocidos. También en sonrisas, miradas y lágrimas.
Pero, ¿cuál es el sitio en el que más me inspiro? En un aeropuerto. Me fascina. El vaivén de la gente, todos con un objetivo diferente, un destino completamente distinto. Una historia desconocida detrás de cada uno de ellos. Tantas cosas por averiguar... Me trae paz y no puedo evitar imaginar una historia para cada pasajero. No puedo evitar dejar volar la imaginación (nunca mejor dicho). Y siempre, siempre me acabo sorprendiendo de las historias que acaban surgiendo, dentro de mi cabeza, en esos efímeros encuentros.
Y sí, lo que decía antes. Hay acciones que han hecho que desarrollara historias. Cosas muy sencillas. Tampoco hace falta mucho. Solo aprovechar algo que nos haya llegado, algo que nos haya marcado, nos haya hecho felices por un instante. Un acto que nos haya gustado. Un instante que se nos haya quedado grabado. Algo que nos haya tocado el corazón. Y exprimirlo, exprimirlo al máximo. Esa es la mayor fuente de inspiración.