Cuando hay gente que aún cree, al menos en España, que la política es lo que nos han mostrado series norteamericanas como El ala oeste de la Casa Blanca o House of Cards -o quizá la danesa Borgen-, la emisión de una producción nacional como Vota Juan nos pone ante los ojos la meridiana evidencia: que muchos de nuestros políticos se asemejan más a Juan Carrasco o Luis Vallejo que a Josiah Bartlet o Frank Underwood.
Esta comedia ideada por Diego San José y Juan Cavestany, con tres temporadas emitidas hasta ahora, constituye un monumental repaso al paisanaje de lo que, desde la Transición, hemos podido encontrar en muchos de los gobiernos municipales, autonómicos y nacionales de este país. Porque, sin duda, aquellos que llevamos en este oficio que es el periodismo casi tantas décadas como democracia disfrutamos en España, hemos conocido, a lo largo de todos estos años, a personajes como los que, de manera tan fiel y certera, refleja la serie, sobre todo en su primera entrega, ocupando despachos oficiales.
Por supuesto que esta no es una situación generalizada, pues de lo contrario el nuestro sería un país más próximo a una república bananera -aunque haya quien asegure que, con el tiempo, todo se andará-, pero lo cierto y verdad es que los guionistas de Vota Juan o han estado muy cerca de los personajes y las situaciones que reflejan o su capacidad para documentarse es similar a la misión que desempeña una esponja con el agua y el jabón: la de empaparse bien.
Hace tiempo que a muchos nos quedó claro que a la política española no solían llegar los mejores, ni los más cualificados, ni siquiera los más preparados. En nuestra Región, por ejemplo, hemos vivido recientemente acontecimientos tan chuscos que bien pudieran tener cabida en cualquiera de los episodios de esta tronchante serie. Porque, sin lugar a dudas, la realidad puede superar a la ficción en esta nuestra comunidad autónoma, siempre tan genuinamente original. Lástima que las televisiones de aquí no tengan capacidad suficiente para producir series autóctonas, como sí hacen la catalana TV3, la vasca ETB o la gallega TVG. A buen seguro que San José y Cavestany habrían obtenido un inmejorable caldo si, por un casual, parte del argumento lo hubieran podido cocinar a fuego lento con lo vivido, pongo por caso, en la Asamblea Regional en marzo de 2021.
Y es que el personaje al que da vida ese fenomenal actor como es el riojano Javier Cámara, bien pudiera encajar en el engranaje de la moción de censura y sus atrabiliarias consecuencias. Seguro que a muchos paisanos que hayan visto la serie no les sonará de nuevas el perfil de ese político trepa, ambicioso, sin escrúpulos, inculto y desinhibido que representa Juan Carrasco. Porque cuántos -y cuántas- como él habrán pasado por nuestras narices y, lo que es peor, seguirán pasando. Todos los tenemos muy presentes y, en algún caso, nos quedan muy recientes. Solo se trataría de que hiciéramos un pequeño ejercicio de memoria y repasáramos la implacable e insobornable hemeroteca.