Revista Cine
A esta altura, hablar del Oscar a Christoph Waltz como mejor secundario es casi una redundancia. Es algo tan previsible y conocido que pareciera que la ceremonia ya ocurrió, hace un buen tiempo. Sin embargo, aún queda un mes, pero él ya tiene su trofeo asegurado.
Lo dije en su momento, cuando vi Bastardos sin gloria en un cine, y luego lo expresé aquí mismo: "No se pierdan a uno de los villanos más increíbles de la historia del cine –sí, no exagero- en la piel del desconocido Christoph Waltz." Sala de Cine, 03/10/09.
Sin miedos afirmo que supera en crueldad y en soberbia interpretativa los muy lucidos trajes de Heath Ledger y Javier Bardem, y es claro que el film no sería lo mismo sin él (esto también les cabe a los otros dos, ojo.)
Ante semejante potencia, los restantes cuatro también le sirven de escolta, al igual que las chicas con Mo'nique. Pero quiero dejar en claro que me parece vergonzosa la nominación a Matt Damon. No puedo comprenderla, sepan disculpar. Mi lógica y mis sentidos no la entienden. Me parece una elección nefasta. Es injusto para los otros nominados, con sus lugares bien ganados, y mucho más aún, para los que quedaron afuera, a saber: Christian McKay (Me and Orson Welles, buena sorpresa hubiera sido); Alfred Molina (An education); Alec Baldwin (It's complicated, una lástima, su nominación hubiese significado una mayor amplitud de selección); Anthonie Mackie (The hurt locker).
Con todo, es una alegría ver "el debut" en Stanley Tucci y Christopher Plummer, y la segunda vuelta para Woody Harrelson, que viene a representar al actor que renace después de estancarse un poco, como ocurriera meses atrás con Downey Jr., Baldwin o Matt Dillon.
No quiero que aquí haya sorpresas, y creo que a la mayoría nos pasa, a diferencia del sinsabor que puede generarnos la victoria de Mo'nique. En este caso, queremos que gane Christoph Waltz, y que pronuncie un discurso políglota, como su camaleónico Coronel Landa.