Chistera
La apasionada relación de Le Corbusier con Nueva York es, en realidad, un intento de cortar un cordón umbilical que ya dura 15 años. A pesar de sus furiosas descalificaciones, Le Corbusier se alimenta en secreto de esa reserva de precedentes y modelos que es Nueva York.
Cuando finalmente “presenta” su anti-rascacielos, Le Corbusier es como un prestidigitador que accidentalmente desvela su truco: hace desaparecer el rascacielos norteamericano en la bolsa de terciopelo negro de su universo especulativo, añade la jungla (la naturaleza en su forma más pura posible), luego agita estos elementos incompatibles en su chistera paranoico-crítica y…¡sorpresa!..saca el rascacielos “horizontal”, el conejo cartesiano de Le Corbusier.
En esta actuación, tanto el rascacielos de Manhattan como la jungla se vuelven irreconocibles: el rascacielos se transforma en una abstracción cartesiana (=francesa, =racional); y la jungla, en una alfombra de vegetación que supuestamente mantiene unidos a los rascacielos cartesianos.
Habitualmente, tras secuestrar de ese modo paranoico-crítico los modelos de sus contextos naturales, las víctimas se ven obligadas a pasar el resto de su vida disfrazadas. Pero la esencia de los rascacielos de Nueva York es que ellos ya llevan disfraces.
Anteriormente, los arquitectos europeos han tratado de diseñar mejores disfraces. Pero le Corbusier comprende que el único modo de hacer irreconocible el rascacielos es desvestirlo (esta modalidad de permanecer forzosamente desvestido también es, desde luego, una conocida táctica policial para impedir cualquier mal comportamiento por parte de un sospechoso).
Capítulo: ¡Europeos, cuidado! Dalí y Le Corbusier conquistan Nueva York
Rem Koolhaas. Delirio de Nueva York. Un manifiesto retroactivo para Manhattan (traducción de Jorge Sainz). Barcelona. Gustavo Gili. 2004
Título y Edición original: Delirious New York, 1978
Seleccionado por el arq. Martín Lisnovsky