Había leído oscuramente fuerte es la vida, allá por el 95, semanas antes de recibirme y enfrentarme a la decisión de quedarme en Córdoba o volver a mi casa, con los míos. Recuerdo que su lectura, en ese momento de mi vida, influyó de manera determinante en aquella decisión que, por qué negarlo, marcaría mi futuro y mi destino. En esa ficción, Agata, recuerda su vida en Tarni (Intra en la realidad) un pueblito piamontés a orillas de uno de los lagos que comparten Italianos y Suizos, del que partió con un par de hijos años después de la guerra, en la búsqueda de un porvenir y un marido que los esperaban en la pampa Argenta. Tiempo después, ya instalado en Villa María y con la marca imborrable de aquel libro en la cabeza, encontré casi de casualidad la tierra incomparable, continuación que cierra el círculo de Agata, cuando a poco de cumplir 80 años, regresa a visitar su Tarni natal y confronta sus recuerdos con una realidad que ha cambiado.A partir de allí, me convertí en un seguidor del “tano” Dal Masetto y siempre estuve atento a sus lanzamientos y artículos en el página. Cuento esto como una manera de mensurar la expectativa con que me sumergí en la muy reciente Cita en el lago Maggiore, novela que termina por conformar junto a las otras dos, una trilogía casi autobiográfica del autor y su pertenencia a ese lugar, su pueblo de infancia. El hijo de Agata es quien ahora regresa al pueblo del que partiera con su madre cuando solo tenía 12 años, ya lo había hecho en dos oportunidades anteriores, pero esta vez va acompañado de su joven hija que reside en España, situación que convierte ese retorno en una experiencia mucho más compleja y enriquecedora, en la que afloraran recuerdos y heridas de un pasado lleno de claroscuros.
“Habían ido al pueblo para que él le sirviera de guía, para llevarla de la mano, para enseñarle, para informarle, para que ella supiera de dónde habían venido los que la precedieron, para que a la historia de su vida se engarzara un eslabón nuevo y de ese modo hacerla más completa. Pero ahora el padre se preguntaba si en los días que vinieran no terminaría siendo ella la que guiara, la que lo llevara de la mano, la mediadora, la que le permitiera regresar y acceder al archivo de las cosas perdidas.”El libro abre con una dedicatoria que siento, me incluye; dice: a todos los que volvieron buscando lo que ya no estaba. Y me incluye porque volví a leer esta historia, buscando algo de aquello que había encontrado en las anteriores, fundamentalmente en la primera. No tarde en darme cuenta de que semejante cosa era imposible.