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De brujas y tijeras Sabaleras

Publicado el 27 octubre 2010 por Yo Argentino
De brujas y tijeras SabalerasA comienzos de la década del ’90 y debido a los constantes torneos en los que Colón no lograba el ansiado ascenso que lo depositara en la primera división del fútbol argentino, se comenzaron a buscar las explicaciones a los magros resultados, en situaciones extra futbolísticas. Así nos encontramos con la historia de las tijeras enterradas en la cancha de Colón y la aparición de un “brujo” para anular sus efectos maléficos, determinación que provocó los más diversos comentarios en la sociedad futbolera santafesina.

Relacionado con este hecho y ahondando más en el pasado, Colón ya había tenido un encuentro cercano con los embrujos y la hechicería, pero con algunos ribetes policiales, ya que gracias a la detención de una famosa curandera en la ciudad de Avellaneda (Buenos Aires), se le pudo dar esclarecimiento a la nefasta campaña del Sabalero en el torneo de Primera B de 1954.
Los memoriosos recordarán que en aquel año, casi de manera inexplicable y cuando finalizaba el torneo, Colón pierde sucesivamente tres partidos; el último de local frente a Sarmiento de Junín en un 1-2 que significó la indignación general del simpatizante Sabalero. Luego de pelear cabeza a cabeza con Estudiantes de La Plata y Argentinos Juniors el campeonato, el Rojinegro terminó segundo, a 3 puntos del Pincharrata campeón y compartiendo el escalón con los Bichos Colorados.
Retomando la historia, se cuenta que entre las pertenecías de la “agorera” porteña, se había encontrando una foto de la formación sangre y luto de aquel año, donde los jugadores tenían cosidas las piernas con hilo negro y el pecho atravesado por alfileres. Pero volvamos al hecho puntual que da título a este artículo que lejos está de pretender ser grotesco o irrisorio.
Recabando datos para conocer la verdadera historia de las tijeras en el campo de juego del estadio del barrio Centenario, pudimos acceder a los pormenores del hecho. Parece ser que la cosa vino cambiada y se produjo antes del primer clásico para determinar el ascenso a primera división en la temporada 1988/1989 del Nacional B.
Al parecer un “brujo” oriundo del distrito Alto Verde se presentó ante las altas esferas colonistas manifestando que tenía poderes para anular la artillería Tatengue y favorecer la chance sabalera para la confrontación que se avecinaba en el desenlace del Nacional “B” de aquella temporada. Contratados sus servicios, por demás de convincentes teniéndose en cuenta los intereses en juego, solicitó la compra de las tijeras para el gualicho propuesto. El artefacto maléfico fue comprado por un importante directivo rojinegro y colocado posteriormente en el lugar elegido, dentro de la cancha y bajo tierra, para que provocara el efecto perseguido.
Vinieron los clásicos y todos saben sus resultados. El “brujo” falló ampliamente. Pero, con el correr de tiempo se conoció la clave por la que “el trabajo” no había dando el resultado esperado, el “manosanta” era Tatengue.
La bocha vino cambiada y Colón pagó cara la diablura. Por ello y ante la permanente adversidad colonista, esa historia volvió del recuerdo y de inmediato, fueron contratados los servicios de otro “brujo” para rastrear y descubrir las tijeras enterradas y volver las cosas a su normalidad.
El tema se complicó cuando se dieron cuenta que el entierro se había producido en soledad, por expreso pedido del “manosanta tatengue”; como condición “sine qua non” para que se lograran los resultados esperados. Este descuido de la dirigencia Sabalera, "traicionada en su buena fe", llevó a que la búsqueda de las tijeras costara más de la cuenta.
Finalmente, dentro del arco que da espalda al Barrio Centenario, se encontraron enterradas las tijeras y luego de los rituales y palabras de rigor, fueron extraídas y de creer o reventar el futuro inmediato demostró cual de los dos videntes de entrecasa tenía mayores poderes. Colón logró el ascenso a primera división en la temporada 1994/1995.

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