Tranquilamente, podríamos establecer una analogía entre la sufrida protagonista de Precious y la conflictiva joven de Rosetta. Pero, a ver, aclaremos algo, para evitar suspicacias y controversias: no se trata de comparar la filmografía de Lee Daniels -afroamericano con dos films en su haber, y segundo en su raza en competir por el Oscar a mejor Director- y los hermanos Dardenne -ganadores dos veces de la Palma de Oro en Cannes.- No establecerémos aquí las virtudes y defectos del cine de autor que pueden practicar los Dardenne, o del patchwork narrativo al que nos somete Daniels.
Se trata, simplemente, de enfocar la cuestión de un modo más original, pues quien haya visto ambos films, bien sabe que los roles de Gabourey Sidibe (nominada con justicia al Oscar) y Émilie Dequenne (ganadora como mejor Actriz en Cannes '99) son víctimas de un atroz círculo social y familiar.
Siguiendo con la línea trazada: ¿por qué Precious es considerada por algunos como “pornografía audiovisual” y Rosetta es una “obra maestra”? Seguramente, porque Precious tiene un nivel de explicitud y de morbo que los Dardenne siempre evitarían. Sin embargo, ambas logran sus objetivos: en determinado momento, sus protagonistas, o las circunstancias dadas, explotan.
Precious tiene el dialecto, los mohínes y ciertos clichés de los films encabezados por actores negros en personajes marginados. Desde Haz lo correcto hasta Hustle & Flow, pasando por Boy’z N the hood o Sugar, pero con la diferencia de que aquí las que llevan las riendas, para bien y para mal, son mujeres. La potencia de Mo’nique es arrasadora. Desde miradas gélidas hasta sonoros improperios, demuestra en presencia y esencia a una madre de temer, y logra que Faye Dunaway interpretando a Joan Crawford en Mamita querida parezca una serena mujer. Gabourey Sidibe, como esa hija sufrida y humillada, tiene la difícil tarea de enfrentarse a la amargura de su contexto, y esta joven sabe explotar todos los matices posibles, con el cuerpo y el alma.
Daniels, por si quedan dudas, no se mide. Va a los extremos, y sin ningún reparo hace uso alguno de la mesura. Antes que él, su guionista Geoffrey Fletcher lo precede. Y primera en el podio, Sapphire, la poetisa debutante en la novela con Push, el libro que inspiró al director para registrar las peores miserias.
Sabiendo lo sabido, entendiendo y siendo concientes de qué trata el film, y cual es el registro elegido, queda en los espectadores juzgarlo a Daniels.
Si Danny Boyle generó una guerra sin fin de polémicas con la mucho más discreta Slumdog millionaire, Precious seguramente será más recordada por el ruido que ha generado.
Lo dicho: el film está bien actuado y dirigido, y hasta escrito, con sus licencias y sus elecciones. Pero también, y a diferencia del film de Boyle, hay en Precious un film mucho más permeable a los odios y rechazos, a las polémicas y a los fervores, y todo ello opaca lo que queda con el tiempo, o no. Y Precious no será recordado como un film trascendental.