Oculto bajo 7 llaves durante décadas, descubrimos casi por casualidad -mientras investigábamos sobre las fotografías del Palacio de Correo de la Ciudad de Buenos Aires-, la maqueta 1 en 1.5 de lo que finalmente terminaría materializado como el Pabellón Alemán en Barcelona, una de las joyas modernas para la crítica unánime (por ahora solamente, ya que todavía no he vertido mi parecer). Luego de viajar de polizonte cruzando el Atlántico y disfrazado de Primer Oficial, el joven arq. Ludwig ingresó al cuerpo de constructores y aprovechó la oportunidad en el local nº978 del 7º piso para modificar el planteo original ensayando esquemas de planos sueltos y espacios fluídos. Pero en los sanitarios justamente "fluídos" tienen que ser otras cosas. Un mínimo de decencia. Hay que preservar la intimidad de los trabajadores. "Que hacés, Pibe? no molestes que no tenemos tiempo para jugar" le habría increpado Norberto Maillart. Cabizbajo, Mies ordenó las placas de mármol como pudo y se volvió con la frente marchita al viejo continente. A los pocos meses tuvo la oportunidad de continuar con aquellas viejas ideas que florecieron en el proyecto que todos conocemos.
Dios está en los Detalles, también en los de los Sanitarios del Palacio de Correos"
Editado por el arq. Martín Lisnovsky
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