Revista Arquitectura
“…Los creadores del pabellón estaban, quisieran o no, enraizados en un momento, entre cierta gente, en un país y en un medio pesantes y determinantes. Asi gran parle de los esfuerzos del equipo se gastaron tratando de ordenar o de superar el desconcierto imperante entre los organismo oficiales interesados en el problema; desconcierto que terminó en algo muy parecido a la anarquía. Con esta tarea extra sobre los hombros se desarrolló el proceso creador, aquí entró a jugar la carga de propias experiencias y anhelos, la visión y la interpretación propia del mundo. El grupo arquitectónico luchó contra muchas de estas circunstancias externas e internas y aprovechó las energías de otras muchas.
El tema de lo monumental ha sido revitalizado en los últimos años, críticos de arquitectura y urbanismo, sociólogos y antropólogos han sondeado hasta dónde los valores colectivos son necesarios en las culturas equilibradas. De esta manera se ha revalorizado e interpretado dentro de una arquitectura contemporánea una tendencia clásica cuya existencia no había sido aclarada del todo.
A pesar de la reacción contra lo neoclásico la arquitectura contemporánea europea hizo suyos algunos valores que le venían dados por el supuesto enemigo: el valor de lo constructivo, la racionalización de los elementos con que cuenta el arquitecto, la insistencia platónica sobre la forma.
La Bauhaus, y en general el movimiento europeo de comienzos del siglo XX, recogió este legado clasicista y sin proponerlo en el plano de lo consciente, desarrolló todas sus búsquedas formales en una línea neoplatónica. Cuando Mondrian ansiaba un arte de puras relaciones estaba anhelando un arte de formas bellas en si mismas, o dicho en otros términos, de formas puras. Este elaborado formalismo se transmitió a la Arquitectura, aun que el arte por el arte, que sería su lógica consecuencia, no pudo darse dada su esencia utilitaria, funcional. Pero pudo sí influir con su terminología y con su modo sobre los accidentes formales de las obras. La Ville Savoye y toda la obra de Mies van der Rohe son ejemplos claros.
En nuestra Facultad la influencia de la tendencia europea fue experimentada con extraordinaria sensibilidad y los años previos e inmediatos a la caída de Perón fueron años de intensos movimientos en este sentido.
El pabellón-símbolo nace en este clima, del cual sus creadores fueron actores como promotores o receptores. Por supuesto que en la elaboración del tema se ha ido mucho más allá. El objetivo era formar una imagen de la argentina en el tiempo y en el mundo, imagen que tenía llegar a las masas. La psicología y la sociología aplicadas a la propaganda había ya descubierto y promovido el problema que vendría a preocupar a los artistas contemporáneos; aquél de la comunicación de las masas…”
Rafael Iglesia. Extracto de "Símbolo y Alegoría". Revista de Arquitectura nº 379-380, enero 1962
[En breve incluiremos el artículo completo de los extractos mencionados para bajar en formato pdf]
Seleccionado por el arq. Martín Lisnovsky