Revista Opinión

Arabel, una pareja de espías

Publicado el 10 diciembre 2016 por Miguel García Vega @in_albis68
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araceli_joan_portadaEs muy posible que hayan oído hablar de Garbo. No me refiero a Greta, sino a Joan Pujol García, uno de los espías más importantes del siglo XX. Se supone que los británicos los bautizaron así por la capacidad de seducción del espía catalán, que engañó repetidamente a los nazis, en especial durante el episodio clave del desembarco de Normandía.

Los engañó con tanto éxito que los alemanes le condecoraron y, acabada la guerra, seguían pensando que era uno de sus mejores agentes.

Aunque lo alemanes no lo llamaban Garbo, el nombre en clave de Pujol en la Abwehr, era Arabel. Y ahí es donde viene la parte menos conocida de Garbo y la historia de este post. El nombre de Arabel viene de Araceli la Bella. Porque Joan Pujol tenía una mujer que también era espía: Araceli González Carballo.

Si la historia de Garbo no se supo hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial, la existencia de Araceli no salió a la luz hasta los últimos años de vida de esta gallega nacida en Lugo en 1914. Según cuenta el periodista José de Cora –autor de una novela sobre la pareja– en 1988, siendo director de El Progreso de Lugo, recibió una llamada de Araceli González.  De Cora conocía a Araceli, una lucense de la alta sociedad madrileña, sobre todo gracias a la galería Kreisler, que regentaba junto a su marido Edward Kreisler. Se habían casado en 1958 y el estadounidense había adoptado a los tres hijos de ella. En aquella llamada de teléfono Araceli dejó clavado al periodista cuando le dijo que quería poner una esquela por la muerte de Joan Pujol García. “¿El espía?”. “Sí. Fue mi marido y el padre de mis tres hijos”.

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Flechazo y boda

Joan Pujol nace en Barcelona en 1912, en una familia burguesa. Cuando empieza la Guerra Civil la empresa familiar es confiscada y él, con 27 años, es reclutado por el ejército republicano. Pujol, de tendencias liberales y convicciones religiosas, decide desertar y permanece escondido en casa de unos amigos durante dos años. Es descubierto y detenido, pero consigue huir con identidad falsa y pasarse al bando nacional. Acaba la guerra con los franquistas, pero el extremismo de derechas tampoco convence a un liberal al estilo europeo como él. Y decide que ante el peligro del fascismo que acecha Europa debe hacer algo en defensa del bando demócrata. Se traslada a Burgos y es donde conoce a Araceli.

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Araceli también nace en una familia acomodada, en Lugo. Cuando estalla la guerra es una joven muy guapa, inteligente, simpática, alegre y con don de gentes. Un pibonazo que dirían algunos. Se hace enfermera voluntaria y a la niña bien no se le caen los anillos para hacer los trabajos más duros o desagradables. La visión de tanto sufrimiento la hace madurar de golpe. En 1938, gracias a los contactos de su familia, pasa a trabajar de secretaria del gobernador del Banco de España, en Burgos. Y allí conoce a Joan.

Dos jóvenes idealistas que se conocen, se gustan y quieren cambiar el mundo. Todo en medio de una guerra y a las puertas de otra aún mayor. El inicio de una novela rusa, como mínimo. Se casan y se trasladan a Madrid.

Ambos se complementan: él es espía de despacho, ella de calle. Juntos son el espía perfecto. Joan es cerebral y con gran capacidad de inventiva, pero con poca iniciativa. Araceli es más impulsiva, más valiente y con don de gentes. Quienes la conocieron dicen que sin Araceli no hubiera sido posible Garbo, ella fue fundamental, sobre todo al principio. Es ella quien toma la iniciativa de ofrecerse a los ingleses para luchar contra Alemania. La embajada británica en Madrid encuentra la oferta un tanto excéntrica y la rechaza amablemente. Araceli sugiere a Joan que igual convencen a los ingleses si antes consiguen que los alemanes les acepten como informantes.

Aventura en Lisboa

Eso hacen, y los alemanes no ven con malos ojos a Pujol, un militar escapado del bando republicano para luchar en el franquista. Le ponen una prueba, que consiga un visado para Inglaterra. Viaja a Lisboa, falsifica unos documentos y vuelve a Madrid con la visa. Fichado. Ya es Arabel. Ahora debe ir a Inglaterra -Pujol no les ha dicho a los alemanes que no sabe ni papa de inglés– e informarles.

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Joan duda, pero Araceli le anima a seguir adelante. Están comprometidos con una misión y viven con intensidad el momento. Los alemanes creen que están en Londres, pero en realidad están en Lisboa, desde donde Pujol manda informes que extrae de los diarios y de su prodigiosa imaginación. La información, lógicamente, no es muy buena, así que Araceli se la juega y se va a Madrid a meterse en la boca del lobo: quiere comprobar si los alemanes sospechan algo. Como mujer inteligente, sabe hacerse la tonta estupendamente. En lo que será una constante, dice desconocer qué está haciendo su marido en Londres y, desesperada, le pide información a los alemanes. Los nazis se tragan la historia, todo en orden.

Días de vino y rosas de la pareja en Lisboa. Pujol sigue enviando información a los alemanes en base a diarios, la biblioteca de Lisboa y noticiarios de cine. También usaba una guía de ferrocarriles británica para hacer creer a los alemanes que recorría todo el país, incluso les enviaba los gastos de viaje. Entre esas informaciones hay una que da en el blanco, sobre una flota inglesa hacia Malta que, interceptada por los británicos, llama su atención sobre un agente alemán llamado Arabel.

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Eso, unido a la iniciativa de Araceli –que consigue una audiencia con el agregado militar estadounidenses en Lisboa y, a través del mismo, una nueva entrevista con los británicos– logra que por fin la loca idea de Araceli se materialice: los ingleses aceptan a Joan como agente doble. A partir de ahora, Arabel también será Garbo.

Un novelista trascendente

La pareja se traslada a Inglaterra y allí Pujol dará rienda suelta a su talento literario. Perdonen, pero yo veo a Garbo como un guionista o un novelista, un creador de historias y personajes que elaboró todo un relato que los alemanes fueron comprando por entregas durante años. Con ayuda del servicio secreto inglés, que le iba suministrando datos verdaderos para mantener su credibilidad, Arabel les iba pasando a sus jefes en Berlín un verdadero río de historias inventadas. Llegó a crear una red ficticia con 22 agentes completamente imaginarios, para los que recibía asignación monetaria desde Alemania. Una vez mató a uno de sus personajes y publicó una esquela en los diarios.

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Un documento inglés desclasificado, fechado en diciembre de 1943, afirma que “afortunadamente,  tiene un estilo sencillo y sobrecogedor (lurid style), gran ingenio y un entusiasmo apasionado y quijotesco por su labor”.

Ese entusiasmo y ese mundo imaginario creado por Pujol ayudó a los aliados a ganar la guerra, con lo que podríamos decir que Garbo es uno de los novelistas más trascendentes del siglo XX. Al menos a mí me lo parece.

Pero mientras Joan no para de crear historias, Araceli empieza a aburrirse de Londres. Garbo se ha convertido en un activo importantísimo y para evitar cualquier filtración la mantienen alejada de su marido. Vive recluida en su casa, junto a sus dos hijos. Prácticamente prisionera del MI5, Araceli amenaza con suicidarse, aunque el servicio secreto cree que es un farol.

Joan y Araceli a su llegada a Venezuela
Joan y Araceli a su llegada a Venezuela

También les amenaza con ir a la embajada española en Londres y contarlo todo. Ante eso saltaron las alarmas y los ingleses montaron un engaño. Le hicieron creer a Araceli que por su actitud habían acabado deteniendo a su marido para evitar que los alemanes descubrieran que trabajaba para ellos. Incluso fue a visitarlo al centro de detención, donde el propio Joan colaboró engañando a su esposa. Probablemente pensaría que había tanto en juego que la vida de Araceli era lo que menos preocupaba a los servicios secretos.

Tras la operación Fortitude, el matrimonio regresa a España. Pero Joan no se siente seguro y se trasladan a Venezuela, donde tienen su tercer hijo. Araceli no se adapta al país, se divorcian y ella se vuelve con sus tres hijos a Madrid.

Araceli inicia una nueva vida en Madrid, donde se casará de nuevo y hará de intérprete y relaciones públicas para las embajadas británica y estadounidense, acompañando a personalidades en sus visitas a Madrid. Todo eso tiene un aroma intenso a trabajo de espionaje, pero si Araceli nunca lo ha confesado no seré yo quien diga que trabajó de espía en Madrid.

Araceli González junto a Edwuard Kreisler y Roger Moore, en un acto de la galería Kreisler
Araceli González junto a Edwuard Kreisler y Roger Moore, en un acto de la galería Kreisler

Tras su muerte en Angola en 1949 –han leído bien, con esquela en los diarios y todo, gajes del oficio– Joan Pujol resucita en Venezuela en 1984. Araceli y Joan vuelven a ponerse en contacto y acuerdan un encuentro discreto en Barcelona para que él vuelva a ver sus hijos, con los que reanuda una relación epistolar, ya que él seguirá viviendo en Venezuela hasta su muerte real en 1988. Dos años después Araceli muere en Madrid.

Yo no se qué más hay que hacer para merecer una película.

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