Revista Religión
Las fuertes calores de finales de junio no impidieron que miles de pastoreños de Aracena acompañasen la venerada imagen de la Divina Pastora a su Ermita de las Granaillas.
Ocurre cada cinco años, como preludio o anticipo de lo que en Septiembre ocurrirá en Cantillana, Aracena se engalana como cada mes de junio y acompaña la imagen de su Pastora en carreta de flores hasta su Ermita en el lugar conocido como “las granaillas”. Y este año así sería, la popular fiesta que en la Ciudad serrana pone de manifiesto como la devoción que en el siglo XVIII prendió en los corazones de sus hijos, se mantiene viva y pujante, este año con el aliciente de la presencia de la peregrina imagen.
Tras una semana imparable de cultos que comenzaron el sábado anterior con la Procesión por las calles de Aracena, el sábado tenía lugar la ofrenda de flores y el Santo Rosario, actos con los que todo el pueblo se vistió de ambiente pastoreño e hizo de prólogo de la fiesta.
Temprano, las puertas de la Parroquia del Carmen se abrían para que la imagen que gubiará hace ahora 50 años Sebastian Santos, saliese entre la emoción de sus hijos y una vez entronizada en su sencilla carreta de flores blancas caminara hasta su ermita. Las calles del barrio de San Roque despedían la comitiva de caballistas, romeros y carretas que acompañaban a la Virgen entre el cante y baile de sevillanas y los sones camperos del tamboril de Felix “de Carboneras”; y unas emocionantes sevillanas, de unas pastoreñas desde un balcón, en la que ponían voz a esa petición callada que este rebaño implora constantemente a su Reina y Pastora:
Yo este año Madre mía
como cada cinco años,
pediré con alegría,
lo mejor para el rebaño
de mi Pastora Divina.
Unas sevillanas que llegaban a la sierra desde la vega sevillana, desde la pluma y el corazón de un pastoreño de bandera como es Antonio Portillo Daza y que se repitieron en varias ocasiones a lo largo del día. En la Ermita de San Roque la hermandad de la Reina de los Ángeles despedía a la Divina Pastora que se adentraba en el bellísimo camino de “el Rebollar”, donde el aroma puro de la jara, del romero, del mastranzo serian la fragancia de la Divina Pastora, que en su carreta se adentraba en el polvoriento camino arropada en todo momento de las oraciones y alabanzas de su pueblo, especialmente de Don Longinos, párroco de Aracena que recientemente ha sido nombrado hijo adoptivo de Aracena, verdadero impulsor de la devoción pastoreña y alma mater de la romería, quien en varios puntos del camino dirige el rezo de la salve ante los diferentes azulejos que a lo largo del Rebollar representan las diferentes advocaciones marianas de Aracena.
En el camino, como no podía ser de otra forma, se sumaron un nutrido grupo de pastoreños de Cantillana que en un autobús y en diferentes coches particulares se desplazaron como hacen cada año para acompañar a los cebolleros en su Romería donde a las plantas de la Divina Pastora han surgido grandes amistades, que unen los dos pueblos en un mismo sentir, en una misma devoción. No olvidemos que la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana es la madrina de la Romería serrana y desde sus inicios nunca han faltado ni Aracena en Cantillana ni Cantillana en Aracena, entre lágrimas, abrazos de hermanos que vuelven a rencontrase en el camino de El Rebollar, los vivas a la Divina Pastora y la ofrenda floral que todos los pastoreños cantillaneros le hicieron a la Pastora de las Almas, todos como un mismo rebaño compartieron hasta las Granaillas una jornada en la que brilló una vez más la autenticidad y la naturalidad como ferviente muestra de amor sincero a la Pastora Divina.
Los peregrinos cantillaneros fueron amablemente recibidos por todos los cebolleros especialmente su junta de gobierno, especialmente Manoli, su hermana mayor o Elena Miranda que agradecieron el ramo de flores que le entregaron a la Virgen en nombre del pueblo pastoreño.
En la parada del azulejo del “Divino Pastorcito”, se bautizaban los nuevos romeros, entre ellos nuevos romeros cantillaneros que deseaban conocer y experimentar la autenticidad de esta Romería y que como ya ocurriera con todos, no dejarán de volver, porque Aracena y su Pastora atrapa a los pastoreños y una vez que conocen su Romería y su gente, no dejan de volver.
Sobre la una de la tarde, la Pastora entraba en su Ermita, bajándose de la carreta y entrando después de cinco años en aquella sencilla casa que en su honor se levantó en el corazón de la sierra, seguidamente, Paco “el mudo” llevaba la imagen del Divino Pastor hasta el Altar, un gran pastoreño de Aracena que se desvive en alabanzas y piropos a su Divina Pastora que como dice Don Longinos “hace hablar hasta a los mudos”, entre los aplausos y los vivas, eran entronizadas las dos imágenes en el Altar mientras Don Longinos prorrumpió en vivas: ¡Viva la Pastora milagrosa!¡Viva lo más bonito del mundo entero!
y poco después daba comienzo la celebración Eucarística presidida por Don Longinos Abegozar, quien en el trascurso de la misma bendijo un cayado y un sombrero de plata de ley que entregó como obsequio personal al Sr. Alcalde de Aracena, en gratitud del nombramiento del carismático sacerdote como hijo adoptivo de la Ciudad, la pieza fue realizada por el prestigioso joyero pastoreño Lucio Rodríguez García, quien también entregó una medalla de la Divina Pastora para ser subastada beneficio de la Hermandad Pastoreña como es tradición desde los orígenes de la Romería.
Tambien el sacerdote tuvo palabras de recuerdo para Manuela “la jangorra”, una entrañable pastoreña, que junto a otros tantos y Don Longinos a la cabeza, promovieron esta popular romería y que seguía la misa sin haber podido realizar el camino a su avanzada edad, Fue cantada la misa por el coro romero “Amigos de la Virgen” dirigido por nuestro amigo y destacado pastoreño Eduardo Nevado, otro de los puntales del pastoreñismo de Aracena.
finalizó la Misa con el canto de la Salve y seguidamente los romeros permanecieron en el interior de la Ermita por largo tiempo cantándole multitud de sevillanas a la Divina Pastora que era vitoreada y piropeada por sus hijos, entre ellos el Párroco de Aracena.
El idílico paraje de las Granaillas era el escenario de la convivencia de los romeros que a la sombra de los alcornoques y las encinas se resguardaban del sol entre cantes y bailes, hasta que llegase la hora del regreso, en la encina más próxima a la Ermita, daba comienzo la popular subasta dirigida por Don Longinos, que protagonizaba uno de los momentos más tradicionales y auténticos de la celebración.
Poco antes de las siete de la tarde, muchos romeros se concentraban en la Ermita para despedirse de la Divina Pastora, a la que cantaron sentidas sevillanas y plegarias, y se cantó la Salve. Con menos gente pero con más intensidad, la Divina Pastora abandonaba su Ermita y volvía a su carreta, dando comienzo el regreso, más relajado, más íntimo y sosegado, pero aunque menos multitudinario no le faltaron las sevillanas, ni los vivas, ni el sonido del tamboril ni las salves de los pastoreños que se mezclaban con el silencio de la sierra y el crujir de las ruedas de la carreta.
Al caer la tarde, la comitiva hacia su entrada en Aracena, pero en esta ocasión haciendo un recorrido triunfal por las principales calles de la Ciudad, arropada en todo momento de los pastoreños que no cesaron ni en un instante de aclamar a la Señora. Antes de la medianoche, tras recorrer el paseo y la calle mesones, llegaba a la puerta de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, donde tenía lugar el cambio de mayordomos y diputados. Seguidamente la Pastora entraba en el templo que la cobija durante todo el año dando por finalizada la romería en este año especial en que estaba presente la peregrina imagen de la Pastora serrana, los romeros entre lágrimas y abrazos se despedían con la mirada en la Virgen y la misma petición:
Yo este año Madre mía
como cada cinco años,
pediré con alegría,
lo mejor para el rebaño
de mi Pastora Divina.
¡VIVA LA DIVINA PASTORA!
¡VIVA LA MADRE DE DIOS!
¡VIVA EL PUEBLO DE ARACENA!
© Fotos de Luis Orquín Domínguez, Juan Manuel Delgado, María del Carmen Pérez Rendon, José Miguel Martin Hernández, José Manuel Barranca, María José Palma, Pilar Sánchez Escribano y María Sanchez García.