Revista Política

Aramis Fuster

Publicado el 23 junio 2016 por Alejandropumarino

Aramís Fuster no está pasando por su mejor momento económico. Hace tiempo que la popular pitonisa fue desalojada de su casa de alquiler en Lérida y, desde entonces, tiene que salir adelante como buenamente puede. La que fuera una de las videntes más célebres de nuestro país ahora se gana la vida ofreciendo sus servicios sexuales por 300 euros la hora junto al resto de escorts de la madame Anna Solano. Según la propia web de Solano, que incluye a Aramís en Escorts Maduras, se pueden contratar sus servicios tanto de compañía como de dominatrix, que pueden llegar a costar hasta 2.000 euros las 10 horas de servicio.

Tal y como apunta Crónica Global, la responsable de la web confirma que Aramís ofrece “encuentros sexuales completos”, pero la misma pitonisa lo niega rotundamente. Lo que sí reconoce es que ofrece su papel de dominatrix, es decir, mujeres que ejercen de dominadoras en una relación sadomasoquista. A cambio recibe un “tributo”, por lo que niega que se trate de prostitución“.

Ya nos referimos en otras ocasiones en este espacio, a esta clase de personajes, nacidos de la nada y perdidos en el olvido, siempre con más pena que gloria, aunque salgan a veces del ostracismo por circunstancias diferentes, generalmente tristes o, como en esta ocasión, con esa gracia, tan propia de nuestro país. Es el oficio más antiguo del mundo y no procede rasgarse las vestiduras cuando el número de prostitutas se mide en decenas de miles, en esta vieja piel de toro. Que Aramis Fuster decida cambiar la actividad profesional por escaso éxito en su antigua profesión de adivina, solo es noticia por la pregunta que muchos lectores de la noticia se hicieron: ¿Quién debe pagar a quién?. Uno no tiene un grato recuerdo de la imagen que esta señora ofrecía en los medios cuando ejercía como pitonisa, más bien inspiraba ese remedio a la concupiscencia propio de ciertas religiones; verla ahora ejerciendo de “dominatrix” provocaría la risa, si no resultase extremadamente entristecedor.


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