El gobierno fascista de Javier Milei, en su maraña de medidas implementadas para clavar, a como dé lugar, el neoloberalismo en Argentina, emitió un “anuncio de prohibición” de lenguaje inclusivo, ha cerrado programas y centros de investigación, bibliotecas con perspectiva de género y acaba de desmantelar un Comité de Lucha Contra la Trata que venía haciendo un trabajo encomiable en ese país. Ya nos advierte Simone Bouvoir: “Basta una crisis para retroceder en los derechos de las mujeres”.
Pero esta no es una “crisis”, o al menos no una crisis cualquiera: es una franca avanzada de la derecha mundial en un país que le dejó campo. Se trata de una enorme cortina de humo para esconder atrocidades, quedando atrás lo verdaderamente nodal: el bolsillo del ciudadano y la ciudadana de a pie, el hambre del pueblo, en cuyo escenario, ya lo hemos vivido en Venezuela, las mujeres, las infancias, las personas con discapacidad y la población adulta mayor, somos quienes salimos más perjudicadas.
Siendo este un año electoral en Venezuela, valdría la pena poner las bardas en remojo, observando del otro lado de la cerca las de nuestra vecina arder. Ya vemos lo que puede pasar cuando se le da cancha a la derecha, esa misma que baraja los naipes y se saborea a costa de las mujeres en su juego perverso.
Enhorabuena la población LGTBQ+ y las mujeres organizadas hemos tomado espacios en la sociedad. ¡Por fin estamos siendo escuchades!, y vaya que a sangre, sudor y lágrimas. Pero lamentablemente todo ese esfuerzo ha sido usado en contra del propio pueblo, con inteligentes jugadas como las de Milei. Miremos también que puede que a escala mundial los organismos internacionales y sus agendas eurocentristas nos están convirtiendo en cifras, numeritos que resplandecen en las listas de chequeo de funcionarios en cargos públicos a través de un perfecto maquillaje violeta.
La transversalidad de género puede ser un gran aliciente y un remo de lujo para remar en el barco de los derechos de las mujeres, mas no deja de representar un arma de doble filo. Tenemos la oportunidad y sentimos merecer montarnos en un buque trasatlántico con todas las comodidades para ejercer nuestra labor que de otro modo la hacemos con las uñas y costa de nuestro propio bienestar. Pero… ¡cuidado! No vayamos a quedar con una sobre carga rosa como Margot Robbie en la película Barbie. Digo más: cuidado y no sea uno de esos momentos en el giro histórico en que el sistema inicia su treta para dividir a las izquierdas. Desconfiemos, miremos con sospecha, andemos con pie de plomo: es la guerra.
Somos blanco de una nueva etiqueta: “tema políticamente delicado”, “sensible”. A sabiendas de esa realidad, Milei monta el tarantín.
Sube el telón: aparece Milei discutiendo con una artista pop. Baja el telón y están sus esbirros haciendo desastres en cámara rápida, vendiendo el país a las trasnacionales. Sube el telón y estamos nosotras, nosotres y nosotrxs haciendo una buena bulla por los retrocesos en nuestros logros con el lenguaje inclusivo, la despenalización del aborto, el cierre de los centros de investigación y la inclusión de la diversidad sexual. Resultado: la trama les quedó tal y como ellos querían.
Los grupos de combate, los movimientos sociales de base, las mal llamadas “minorías”; nos volvemos a tropezar con la misma piedra una y otra vez. Algunas veces hay que sacrificar el protagonismo, o al menos no quererlo a toda costa, porque una puede terminar como carne de cañón, aunque esto nos parezca una tarea “titánica”.
Penélope Claret Toro León