Revista América Latina

Araña feminista | Tradwhifes, ¿“fenómeno” o “movimiento”?

Publicado el 18 marzo 2025 por Jmartoranoster

Ni lo uno ni lo otro. Del inglés traditional, tradicional y whifes, esposas, las tradwifes son féminas que parecen haber perdido la cordura y quieren arrastrar a millones de nosotras a su delirio, por el río peligroso de una fantasía, que bien pudieran ser los nuevos campos de concentración, donde la nueva tecnocracia neofascista aspira meter a quien ha asumido como su enemigo más peligroso: las mujeres.

Ellas dicen: “quedarse en casa”, una elección plenamente libre, la adopción de una especie de nuevo “aislamiento social voluntario” y rehuir del hostil mundo laboral. Apenas la punta de un iceberg de una realidad que quiere aparentar ser la espontánea evolución del estilo de vida slow, madres cansadas por tener que soportar la presión de conciliar ese rol con los otros que se les exige. Por ello, embarazadas o recién paridas son las víctimas favoritas del algoritmo neofascista.

Las trads no son otra cosa que la versión cibernética de las good wifes de los años 50, estrategia repetida a principios de este siglo en “blogs de mamás”. Ganan una millonada como capataces del conservadurismo y su “reto” de cumplir las labores del hogar con “gusto”, para el “gusto” de sus maridos: “proveedores y protectores”. Su puesta en escena afianza la división sexual del trabajo y los roles fijos en la sociedad. Estas versiones de Maquiavelo, disfrazadas de débiles damiselas, muy seguramente pueden mantener el hogar a punta de ser influencers.

Por supuesto que no se trata de mujeres como nosotras, sino arias y mayormente anglosajonas. Puede que rechacen o se afirmen del “movimiento”, pero su sello distintivo las delata: voz baja e infantilizada, uso de productos caros “dejados en la descripción”; una cocina muy elaborada, autoexigencia, looks impostados, poner en el centro de sus “creaciones” al esposo. Las hay desde fundamentalistas religiosas, pasando por mujeres en apariencia normales, hasta patéticas versiones 2.0 de La Hechizada.

Hace medio siglo la psicóloga y feminista Betty Friedan, al adentrarse temerariamente en los boureaux de las agencias publicitarias estadounidenses, por ver qué había detrás de las absurdas cifras de repunte de matrimonios a temprana edad de las chicas en ese país, concluyó:

“La subversión de la vida de las mujeres en beneficio del comercio, cuando se comenzó a sustituir el objetivo de una nación [el sustento de la vida] por la inversión de capitales y negocios (…) la subversión de la ciencia para engañar a las mujeres sobre sus verdaderas necesidades”. (Friedan, 1963)*

Halló allí macabras acciones de manipulación, cuyo objetivo era mantener a las mujeres en casa para aumentar las ganancias del creciente mercado del hogar. Aunque sus hallazgos fueron con mujeres de la clase media, de la USA de la postguerra, este modelo “de mujer” se convirtió en un baremo para el mundo, en un momento en el que se consolidó la política imperial, el programa liberal de recolonización, objetivos de dominación al servicio de la economía capitalista a través del cine, radio y televisión.

El hegemón se asegura de mantener bien plantado el trípode/andamiaje del patriarcado al servicio del capitalismo: familia monoparental heterosexual, la ley del padre y el estereotipo de la perfecta ama de casa. Obviamente, se trata del guion repitiéndose, cuya única diferencia son los “medios de manipulación”, hoy día diez mil veces más potentes.

A pesar de las objeciones al feminismo blanco, Betty nos dejó un gran legado. Como contrapartida a los efectos rebote de los movimientos insurgentes en el mundo, siempre han emergido renovadas luchas contrahegemónicas. Para aquel entonces, surgió, como un volcán, el feminismo radical de los 70. Hoy nuestros territorios del Sur Global, una vez más, son blanco de borrado y aniquilación de la diversidad cultural y la soberanía. Ante este escenario nuestro reto se hace cada vez más evidente: la consolidación del feminismo popular comunitario. Desde allí, cabe entonces preguntarse: ¿Estamos haciendo frente a esta nueva y poderosa amenaza con el suficiente ímpetu?, ¿el nuevo orden social estará torciendo nuestro brazo al obligarnos, aunque no seamos unas trads, a “quedarnos en casa” dadas modalidades de trabajo remoto y las múltiples demandas de cuidado que siguen recayendo sobre nosotras?, ¿acaso esta realidad anunciada nos ha tomado desprevenidas?

*Estos hallazgos se encuentran en el cap. IX, Las técnicas de venta basadas en la sexualidad femenina, del libro La mística de la feminidad de Betty Friedan, cuya primera edición data de 1963.

Penélope Claret Toro León

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