Revista Cultura y Ocio
Ilustración Hiroo Isono.-José Julio Cabanillas-
Cuando yo era un arbusto, el aireme soplaba al oído canciones de muy lejos.Me rozaba la frente.Yo estaba allí, en el bosque, entre padres y abuelosde alturas formidables, con sus ramas nudosasacariciando el sol, bebiéndolo a hojas llenas.Una nube pasaba.Un pájaro ponía el corazón en la garganta.Pasaban niñas, y reían.Pasaban mariposas y eran oro.De pronto fui un árbol. Qué verde gravedadde savia entre las hojas que, en el aire, temblaban o reíancon los ojos de un hombre enamorado.No muy lejos oí pasos de hierro, gritos,voces de pedernal en el filo de un labio.Y se alzó el brillo agrio de un hacha en mano fuerte.La savia, acostumbrada a vivir en mi adentro,vio el sol y desmayó. Yo desmayé, caído.Me arrancaron del suelo, me talaron las ramas,menos dos, las más grandes. Me quemaron la copade hojas transparentes, hijas del arco iris.Me arrastraron a voces hasta un monte pelado.Había gente. Olía a sangre, y un perrillopasaba entre las túnicas severasde unos hombres hirsutos con ojos imposibles.Luego, en lo poco que de mí quedaba,clavaron -yerro y sangre-lo poco que quedaba de aquel hombre.