Revista Conciertos

Arcade Fire: Nos vemos en el Calderón

Publicado el 22 noviembre 2010 por Sextohombredigital

Arcade Fire: nos vemos en el Calderón

Modernos que se cansan de los modernos
Al salir del Palacio de Deportes íbamos comentando que era la última vez que veríamos a Arcade Fire en un recinto cerrado: su evolución y su música tienden a llenar (abarrotar) estadios. No cabía ni un alfiler. El mínimo espacio necesario para respirar no existía en la pista, convertida en marea humana en modo karaoke. En las gradas, la gente se agolpaba en las escaleras.
Los madrugadores ocupantes de las primeras filas (paradojas) se quejan del sonido en la primera parte del concierto, en el que por lo visto no se apreciaba con claridad nada más allá de la/s batería/s. Los más oxidados y acomodaticios asistentes, disfrutamos en nuestras butacas de un sonido perfecto, o al menos un servidor distinguía perfectamente cada instrumento y cada matiz. Y soy objetivo a pesar de la emoción (calentón).
Comenzaron, como no podía ser de otra manera, con Ready to start, el pepinazo más evidente de The Suburbs. Fue la primera vez que alcanzaron/alcanzamos el éxtasis, pero no la última: No cars go (majestuosa), Neighborhood #1 (Tunnels), Neighborhood #3 (Power out) (orgásmica), We used to wait o Wake up hicieron las delicias de un público más que entregado.
Y la gente no se exalta a partir de la NADA. No todos, al menos. Supongo que lo fácil ahora que se han convertido en un grupo de “masas” (entiéndase el contexto) es criticar y bajarse del barco, algo más que habitual en el ambiente indie, pero lo que vivimos el sábado en Madrid es una demostración de que Arcade Fire es la gran banda que el siglo XXI esperaba. The next big thing.
Fucked up fueron los encargados de abrir la noche con su propuesta de guitarras machaconas, desgañite vocal y fluctuación de lorzas ofreciendo un espectáculo entre bizarro, grotesco y decadente. Si a eso sumamos un sonido pobre y distorsionado, el resultado es poco menos que lamentable. No se puede negar el empeño del angelito Damian Abraham, muy profesional e implicado en lo suyo (sea lo que sea), siempre rozando traspasando al vergüenza ajena ante un público apático e indiferente ante su 'grácil' puesta en escena. De la maravilla que nos vendían en Pitchfork, ni rastro. El que los escogió para abrir a Arcade Fire, se cubrió de gloria.


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