Sinceramente, jamás pensé que llegaría a escribir una entrada sobre un album de Arcade Fire. Nunca me he considerado un admirador/seguidor de la música de este grupo. Ni siquiera cuando editaron su aclamado Funeral en 2004, y es que la música de texturas barrocas siempre me ha costado mucho. Y aunque estos días he retomado la escucha de su notable The Suburbs (2010), sigo estando bastante alejado de sus propuestas anteriores a este, por otro lado, extraordinario y antagónico Reflektor. Esta extraña paradoja es algo que a mí me ha sorprendido desde que pude escuchar con detenimiento el nuevo álbum del grupo canadiense. Hacía tiempo que no sentía ese cosquilleo de estar ante un nuevo album con vocación de eternidad. Podéis llamadme exagerado, pero creo que Reflektor pertenece a esa raza de discos destinados a perdurar durante muchos años.
Se ha hablado mucho del cambio de estilo del grupo con este nuevo proyecto, y mucha parte de verdad hay en el asunto. Podríamos trazar algún paralelismo con Achtung Baby de U2 (no ha habido critica escrita donde no se haya mencionado el clásico de los irlandeses) por aquello del giro radical y de los coqueteos con la música electrónica y el dance, y no estaríamos muy desencaminados. Valiente paso por tanto de Betler y compañía el no optar por repetir esquemas de discos anteriores y decidirse por ofrecer nuevos estímulos sonoros y estilísticos a su público. Quizás con ello habrán desencantado a los admiradores de su sonido mas clásico (Wake Up y tal) pero también estoy convencido que habrán captado nuevos adeptos a su particular forma de entender la música (servidor mismo).
Mi intención con esta entrada es centrarme exclusivamente en el contenido propiamente musical del doble album (porque si, es doble, a pesar de contener solo trece temas) y dejar cualquier reflexion extramusical sobre el combo canadiense para los mas expertos en la materia. Reflektor contiene trece temas que cada uno, en si mismo, simboliza un universo propio. El album es abrumadoramente heterogéneo, trabajado hasta el mas mínimo detalle y muy ambicioso. El tema que da titulo al disco (colocado juiciosamente al inicio del album, como ya hicieron con su anterior The Suburbs) es una obra maestra. Cuando lo escuché no dude en que estaba ante algo realmente especial. Mas allá de la simbólica colaboración de David Bowie, el tema es una soberbia pieza que mezcla la épica de un in-crescendo demoledor con el misterio y la experimentación mas inteligente y abrasiva. Un tema absorvente que simboliza en si mismo el nuevo status del grupo canadiense.
La segunda parte del disco, lejos de la opinión ya generalizada, me parece tanto o mas brillante que la primera. Porn, una de mis favoritas, nos transporta a esos ambientes industriales de los mejores Depeche Mode de Violator o a las texturas elegantes y al mismo tiempo obsesivas del Peter Gabriel iniciatico. Tanto Awful Sound (Oh Eurydice) como It's Never Over (Hey Orpheus) son dos temas que actúan como motores narrativos en el desarrollo de esta segunda parte. Y que decir de Afterlife, un clásico instantáneo que llevará a este grupo a un pico de popularidad que hará de ellos un grupo ya clásico. El single perfecto. La canción mas redonda que han grabado nunca. El final con Supersymmetry es un encantador bálsamo al final del disco.
Arcade Fire creo que han parido un disco de una calidad asombrosa. Disculpadme si resulto algo pomposo con tanto adjetivo adulador sobre un disco (y un grupo) que aglutina para sí tantas opiniones encontradas, pero insisto que yo soy el primer sorprendido. Y aunque pienso que en el fondo de todo esto, solo se trata de música y nada mas que música, la que contiene este Reflektor, permitidme una última sentencia personal, es de la mejor y mas excitante que he escuchado en mucho tiempo. Disco del año. 10/10.