El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez ZapateroA pesar de todo, sigo convencido que vamos a salir de ésta, todos juntos. A pesar del PP, la Bolsa, los nacionalistas, y los disparates del gobierno. A pesar del ruido mediático. Una democracia tiene recursos suficientes para afrontar cualquier crisis cuando esa crisis se plantea a los ciudadanos con veracidad, realismo, honestidad y sin demagogias.
Algunas voces se escuchan ya serenando ánimos. Sí, de acuerdo, con palabras solo no paliamos ni resolvemos la angustiosa situación de los parados, las familias sin medios económicos, las pequeñas empresas abocadas al cierre. Yo, desde luego, no tengo receta alguna que ofrecer. Pero me niego a perder la esperanza en la capacidad de los españoles para encauzar la crisis y, finalmente, resolverla.
José Luis Leal, que fue ministro de Economía con UCD en el gobierno de Adolfo Suárez y luego presidente de la AEB (Asociación Española de Banca) escribe ayer en El País un artículo ("Un toque de histeria") serenando los ánimos. Con cifras, que es como se miden las cosas, considera excesivo y carente de base real el castigo que los valores españoles están sufriendo en la Bolsa, no comparte la similitud de la situación española con la griega, portuguesa o italiana (propiciada por un sector de la prensa anglosajona) y compara el déficit comercial y el endeudamiento del sector público en relación con el PIB de España y de Gran Bretaña y resulta que España está mucho mejor, o bastante menos mal, que los británicos. Sí, de nuevo, está la cuestión del paro. Pero al menos paremos la histeria colectiva, nos dice, y pongámonos a trabajar. Todos. Sin ponernos zancadillas.
La cuestión política es harina de otro costal. Aquí parece que ya no hay cura, cuidados paliativos ni árnica posible. Si los españoles desconfían de la capacidad del gobierno para sacarnos de la crisis (con bastante razón), tampoco parece que la oposición merezca confianza alguna. La desconexión entre ciudadanía y clase política es ya casi absoluta. Nadie, salvo ella misma, cree que está a la altura de las circunstancias. Ni por asomo. Y la verdad es que esa desconfianza está justificada.
Víctor Pérez Díaz, sociólogo, profesor de universidad, y presidente de "Analistas Socio-Políticos", escribía en El País del pasado día 4 ("La desconexión") lo siguiente: "No es fácil aprender de la experiencia. En estos años pasados, era evidente que el país tenía una política económica de dejarse llevar, vivía en la irrelevancia de su papel internacional, se dividía cada día un poco más, no acometía reforma alguna y, en definitiva, estaba yendo a ninguna parte. Pero como cada uno iba a lo suyo, y lo suyo iba en la dirección del viento, pocos creían que fuera cosa de aguzar la mirada y dejar de darse buenas noticias. El poder disfrutaba del poder, la oposición tampoco sufría tanto en la oposición, las clases dirigentes representaban su papel en la feria de los discretos, todos se quejaban un poco pero marchaban en línea recta, y el país de a pie funcionaba. En ese ambiente, que la casa común se quedara pequeña pasó de ser evidente a ser invisible. Era como si, a fuerza de cortedad de miras (sobre los asuntos comunes, no los propios) de unos y otros, se hubieran quedado todos ciegos, y, en consecuencia, como si la habitación de lo común se hubiera quedado a oscuras". Pero ante ello, añade, "deberíamos adoptar una actitud de prudente optimismo, porque aunque es dudoso que aprendamos de la experiencia, en cambio es seguro que podemos aprender de ella". Y salir de ella también.
Más pesimista sobre la crisis política que se está gestando a causa de la económica se muestra Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla ("Crisis política") también en El País de ayer sábado. "Tengo la impresión -dice- de que nos estamos aproximando a un punto crítico, en el que la acumulación de problemas desborde la capacidad del sistema político para hacerles frente, sobre todo porque no se vislumbra en el horizonte la posibilidad de que los distintos partidos, por un lado, y los distintos niveles de gobierno previstos en nuestra Constitución, por otro, estén dispuestos a ponerse de acuerdo en un programa mínimo para hacer frente a una situación de emergencia como la que estamos atravesando, que, insisto, no es más grave que otras por las que hemos pasado, pero que nunca nos ha encontrado tan desunidos como estamos ahora". De nuevo la misma crítica, justificada, a la cortedad de miras de la clase política española. Espero que les resulte interesante la lectura de los artículos citados. HArendt
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