De nada sirvieron anatemas y expedientes de fulminante expulsión en diferido: los concejales de CC en Granadilla no sólo no retiraron la moción contra el socialista González Cejas y no sólo no fueron expulsados del partido por no hacerlo, sino que la llevaron al pleno y la sacaron adelante con el inestimable apoyo del PP y Ciudadanos. Para el PSOE estamos ante la mayor traición política desde que Bruto hundió su puñal en el viente de Julio César por acabar con la república. El PSOE con lo que quiere acabar de inmediato es con el cascado pacto en cascada que firmó hace algo más de un año con CC augurándole entonces larga vida y muchos éxitos. Lo dice otro Julio, de apellido Cruz y secretario de organización de los socialistas canarios por más señas. Él es quien más portavocea en el PSOE canario dado que al secretario general no se le escucha decir nada desde la última glaciación ni es probable que volvamos a escuchar su voz antes de que se fundan definitivamente los polos.
A la tambaleante situación en la que se encuentra en estos momentos el mentado pacto político se ha llegado después de una rocambolesca sucesión de hechos que requerirían varios post para contarlos y no es cuestión. Más allá de si hubo o no un un acuerdo verbal o por escrito entre Julio Cruz y el secretario de CC, José Miguel Barragán, para abortar la moción a través de unas extrañas renuncias de concejales en Granadilla, lo que se pone de manifiesto por enésima vez es el fracaso de acuerdos políticos impuestos con calzador y que a la postre se terminan empleando para desestabilizar al rival. Eso para empezar porque, para continuar, de lo que los ciudadanos ya estamos ahítos es de que estos churriguerescos episodios de campanario pongan patas arriba la estabilidad política y afecten a la gestión y a la solución de nuestros problemas.
No sé si el PSOE terminará rompiendo el pacto en todos los ámbitos o se limitará a declararle la guerra a CC allí en donde pueda hacerle daño, como el ayuntamiento de La Laguna, manteniendo al mismo tiempo el acuerdo regional. Aunque parece poco menos que imposible que eso pueda funcionar, eso es precisamente lo que propone ahora una compungida CC, tal vez preocupada de que la indisciplina más o menos tolerada de sus concejales en Granadilla desemboque en una crisis política mucho más profunda de lo previsto en un primer momento por quienes la idearon y planificaron, convencidos seguramente de que no habría problema en meterle otro gol por toda la escuadra al PSOE. Ocurre, sin embargo, que los nacionalistas no cuentan en estos momentos con la mínima autoridad política exigible para hacer propuestas como esa, después de remolonear durante días con una expulsión que iba a ser fulminante y que ha quedado en un mero expediente disciplinario. José Miguel Barragán, que prometió abandonar la secretaría de CC si triunfaba la moción, aún no ha dicho si cumplirá la promesa.
En otras palabras, no parece que haya habido en las filas nacionalistas una voluntad decidida de parar una moción de censura que ahora pone en cuestión la estabilidad del mismísimo gobierno regional, como si los problemas de este archipiélago debieran pasar a un segundo plano durante semanas y puede que meses mientras los partidos se enfrascan en sus juegos de tronos. El presidente autonómico Fernando Clavijo no es hombre dado a meterse en jardines partidistas y prefiere mantener su perfil institucional. Sin embargo, eso no le impide ser el secretario de CC en Tenerife, la organización que supuestamente nunca supo ni autorizó la moción de Granadilla. Debería hacer una excepción y, en su condición de dirigente cualificado de CC, explicar por qué los concejales de su partido en ese municipio han incumplido un acuerdo con el PSOE que lleva su puño y letra y qué piensa hacer al respecto.
Por su parte, el PSOE debería explicar también por qué está dispuesto a romper el pacto a raíz del triunfo de la moción en Granadilla y no lo ha hecho a pesar de las duras críticas de sus socios de CC a la gestión de los consejeros socialistas del Gobierno, la última al titular de Sanidad. ¿Cabe deducir que para el PSOE es más importante y trascendental mantener una alcaldía que defender su propia gestión en un servicio público como el de la sanidad? La salida de esta situación me temo que no está escrita pero debería producirse lo antes posible: si el PSOE entiende que se ha colmado el vaso de su paciencia que recoja sus cosas y pase a la oposición y que CC busque nuevos socios en el arco parlamentario, en donde tiene un amplio abanico en el que elegir. Ni puede Canarias ni nos merecemos los canarios continuar asistiendo a broncas políticas como la presente que poco o nada tienen que ver con los auténticos problemas de estas islas.