Revista Educación

Arde la educación

Por Felipe @azulmanchego

UN BUEN AMIGO, persona informada, cabal y sensata donde las haya, con tres hijos en edad escolar, me mandaba ayer tarde el siguiente mensaje: “Nosotros vamos los cinco a la manifestación por la Educación pública, para que quede claro que no es cosa sólo de profes, sino también de alumnos y padres”. No es docente, ni liberado, ni sindicalista, tampoco es interino, ni es artista “de la ceja”. Es tan sólo un padre preocupado, como tantos otros, por la calidad de la Educación que reciben sus hijos. Lisa y llanamente.
Y tengo la impresión de que este buen amigo, que siempre sabe de lo que habla, no se hubiera molestado en venir desde lejos para echarse a la calle junto a su familia, como otros muchos, si determinados responsables políticos, pongamos que hablo de Esperanza Aguirre o de Lucía Figar, no hubieran tensado la cuerda de un conflicto que se podría haber reconducido. Si la presidenta madrileña consiguió el más difícil todavía alcanzando un acuerdo con las centrales sobre los llamados liberados sindicales no acabo de entender que haya sido incapaz de intentar al menos algún acercamiento. Ella sabrá.
No es difícil entender que en las actuales circunstancias sea preciso meter la tijera en muchas partidas. Eso no lo discute casi nadie. Otra cosa bien distinta es que aspectos básicos del Estado del Bienestar puedan verse afectados por una decisión unilateral e inconveniente. Si la presidenta madrileña se quiere ahorrar 80 millones de euros, bien podría haber optado por otros capítulos, por ejemplo el de la propaganda y el autobombo, cuyo beneficio social es nulo.
A todo esto, no han parado de lloverles los palos al pobre ministro Gabilondo, cuya franciscana forma de entender la política no le ha librado de las iras de una Esperanza Aguirre muy crecida a dos meses de las elecciones. Los sindicatos le atizan por tibio, mientras la presidenta madrileña le zurra por “alentar” una “huelga política”.
Al término de la manifestación mi amigo volvió a ponerme otro mensaje: “¿Crees que Espe dirá mañana que éramos cuatro vagos y tres antisistema de esos?”. “Capaz es”, le contesté yo. Claro que, en esta ocasión, lo va a tener un poco más difícil cuando haya visto las imágenes de la gran “marea verde” por la escuela pública y en defensa de la calidad de la enseñanza contra un tijeretazo lesivo para la comunidad educativa, mal diseñado, peor concebido y completamente innecesario.


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