José Luis Rodríguez Zapatero inició su andadura como presidente del Gobierno, anunciando la retirada de las tropas españolas de Irak. Hoy, a punto de agotar su segundo mandato y en su horas más bajas, ha decidido embarcarse y embarcarnos en una guerra contra Libia, en la que sabemos cuando y camo entramos, pero no cómo y cuándo saldremos. Dicen que el poder cambia a las personas, pero en el caso de Zapatero se puede asegurar que su paso por La Moncloa le ha dado la vuelta por completo. El presidente del Gobierno ha sucumbido a los cantos de sirena del mercado, hasta convertirse en su máximo valedor, y ahora, con las maletas casi hechas, se presenta ante la sociedad haciendo gala de un ardor guerrero, que nos trae a la memoria la imagen de José María Aznar y la intervención militar en Irak.
Empezaremos poniendo a disposición de la OTAN las bases de Rota y Morón, y después enviaremos barcos y aviones a Libia para luchar contra Gadafi, a quien hace nada Zapatero recibía en Madrid con honores de jefe de Estado. EL PSOE nunca dejará de sorprenderme. Un día negocia con ETA en Europa y con Batasuna en Loiola, y poco más tarde ilegaliza a la izquierda abertzale, con más convicción incluso que el Partido Popular. En tiempos de vacas gordas regala cheques-bebé de 2.500 euros y desgravaciones fiscales de 400 a quienes no lo necesitan, y ahora, en cambio, niega el subsidio y los derechos sociales a las personas sin empleo y sin recursos. Y, aún hay más: Zapatero apela a los ideales del socialismo para gobernar después con el pragmatismo malentendido de la derecha y la fe del converso al credo de Sarkozy y Merkel. ¿Y dónde queda la alianza de las civilizaciones? ¿En la guerra contra Libia?
Si no fuera para llorar, habría muchas razones para la ironía en esta intervención militar. La primera, y más importante, es que sus tropas utilizarán contra la comunidad internacional armas que España, entre otros países, les ha vendido. Más de veinte millones de euros de material bélico sólo entre 2009 y el primer semestre de 2010. Claro que esas mismas armas también han sido empleadas contra la población civil, a la que hora la OTAN dice querer defender. Y yo me pregunto: ¿Acaso no sabía el presidente del Gobierno quién era Gadafi cuando le recibió en Madrid com un amigo y un demócrata? ¿Hemos descubierto ahora que Libia es una dictadura, que viola los derechos humanos de su ciudadanía, o es que hemos estado mirando hacia otro lado porque nos interesaba, como hacemos con Marruecos e Israel? Zapatero me recuerda a Aznar en su peor época cuando insiste, una y otra vez, en que no se dejará engañar por Libia, ni su alto el fuego. Una vez más, la historia se repite, con distintos actores, pero el mismo guión. Lamentable.