Revista Diario

Arena en mis manos

Por Sandra @sandraferrerv
Siento que el tiempo va demasiado deprisa. Como un puñado de arena sujeto en mis manos que, aunque lo apriete bien fuerte, termina colándose entre mis dedos.
Por la noche, cuando un largo e intenso día de órdenes, juegos, paseos, rutinas, ha terminado, siento siempre un extraño vacío en mi corazón. Sí, he estado con mis hijos, pero todo lo que he de hacer con ellos, desde divertirme hasta reñirles entra dentro de una apretada agenda en la que no aparece por ningún lado parar, mirarlos, estar con ellos de verdad.
Tengo una angustiosa sensación. Sí, he tenido la arena en mis manos, pero ya se ha marchado, y no me ha dado tiempo a disfrutar viendo cómo se movía entre mis dedos ni sentir cómo acariciaba mi piel.
Tengo tantas cosas que hacer que siento que no estoy de verdad con mis niños. Siento que el reloj se mueve y no lo puedo parar para disfrutar de este maravilloso paisaje que son mis hijos. Está delante de mí, pero no lo veo, no lo contemplo, no lo disfruto.
Tendré que preocuparme menos del orden y las rutinas y espachurrar más a mis hijos. Porque el reloj no se para. Porque la arena no dejará de caer.

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