El otro día, a raíz de la graduación de alumnos y alumnas en Fundamentos de la Arquitectura de la URJC me salí del tema principal y divagué sobre el lenguaje inclusivo. Me calenté y os dije que escribiría un mensaje a las graduadas. Me pongo a ello. A ver qué me sale: Qué les podría decir si me hubiera tocado el embolado de dirigirles la palabra.
(He tardado tanto que en estos días han terminado el máster cinco chicas y dos chicos, así que aprovecho para incluirlas también).
Queridas y flamantes graduadas:
(Mirando a algunos de los chicos: "Me vais a permitir que me dirija a vosotras en femenino. Hoy hay aquí más chicas y creo que, dentro de lo inexacto, hay menos error haciéndolo así").
Hace muchos años -aún no habíais nacido- pusieron en la televisión una serie excelente titulada Hill Street Blues que en España se conoció como Canción Triste de Hill Street (cosa que no entiendo, porque, ya puestos a traducir, debería haber sido Canción Triste de la Calle de la Colina. Pero eso da igual ahora). Trataba sobre una comisaría de policía en Estados Unidos. Cada mañana empezaba con una reunión en una sala grande tipo aula, en la que el sargento Esterhaus explicaba las novedades y asignaba a cada agente el caso en el que se tenía que ocupar y los compañeros con quienes tenía que trabajar en ello.
Al final de la charla decía siempre la misma frase, que ya era una seña de identidad: "Tengan cuidado ahí fuera".
"Tengan cuidado ahí fuera"Para mí este es un momento muy gozoso, pero confieso que tengo ese mismo sentimiento de precaución e incluso de temor. Salís a una nueva etapa de vuestra vida y os pido que tengáis cuidado ahí fuera.
Uno no puede evitar ver el mundo exterior como una fuente de oportunidades y de aventuras, sí, pero también de peligros, de egoísmos, de dificultades, de abusos... de yo qué sé.
Sabemos que salís a la vida bien armadas, bien formadas y dotadas. Hemos intentado (y vosotras lo habéis logrado) que tuvierais conocimientos de cálculo de estructuras, de diseño, de valoraciones, de tasaciones, de urbanismo, de economía, de normativa, de historia del arte, de instalaciones, de eficiencia energética, de aprovechamiento de recursos y tratamiento de residuos, de crítica, de marketing... de yo qué sé qué más. Y sois capaces de afrontar cualquiera de los trabajos que tradicionalmente se han entendido como propios de las arquitectas y muchos más que surgen en su entorno más o menos próximo, e incluso otros que están apenas empezando a atisbarse.
Porque lo que hemos intentado vuestras profesoras ha sido abrir vuestra mente y multiplicar vuestras curiosidades, y habéis dado suficientes pruebas de aptitud como para que todas estemos razonablemente tranquilas e incluso esperanzadas sobre vuestra trayectoria y vuestro futuro. Os van a ocurrir muchas cosas buenas.
Porque, además de formaros académicamente, en todos estos años, como es lógico, habéis madurado y crecido como personas.
A este acto han asistido vuestras madres, hermanas, novias, amigas, alguna abuela... Veo cómo se les cae la baba de justo y legítimo orgullo, y me las imagino durante años soportando vuestras neuras, vuestras angustias y, sobre todo, vuestras maquetas. ¿Es tolerable que las profesoras tengamos este inagotable vicio maquetil y os hayamos pedido maquetas hasta de una bajante de un inodoro? ¡Qué horror! ¡Qué barbaridad!
Durante todos estos años nadie de vuestra casa se ha atrevido a entrar en vuestro cuarto. "Aquí no hay quien pase. Está todo lleno de trastos. Vives entre cartón pluma y planchas de metacrilato. Es que no se ve ni tu cama. ¿Desde cuándo no te la haces?" Y no digamos si compartís la habitación con una hermana. Una locura. Estoy segura de que vuestros familiares aquí presentes por lo que más se alegran de vuestra graduación es porque por fin vais a despejar y a limpiar vuestro cuarto, a pasar la aspiradora y a dejarlo, por fin, como los chorros del oro. [Señalando a las presentes]: Veo cómo se les saltan las lágrimas. Sí: Quizá incluso durante unos meses vais a parecer personas civilizadas viviendo en un ambiente civilizado.
Ah, y vais a dormir unas cuantas horas cada noche. Hinchaos a dormir. Os lo habéis ganado. Y a reír, y a divertiros. Y a seguir trabajando.
Os deseo lo mejor. Desde luego, os repito, estáis preparadas para ello. Os doy de corazón mi mayor aplauso, al que pido que se sumen todas las presentes, y que den gritos, silbidos y vivas, que están deseando.