Mujer cuzqueña tejiendo en mundo alpaca
Nosotros llegamos a Arequipa a las seis de la mañana después de un laaaaargo y accidentado viaje desde Copacabana. Salimos de Bolivia sin ningún percance, según lo previsto y llegamos a Puno sin darnos casi ni cuenta. Una vez ahí lo que intentamos fue encontrar un autobús que viajara por la noche a Arequipa, ya que había huelga de mineros y no salían todos los autobuses que normalmente salen. Cuando encontramos uno, cogimos los últimos cuatro asientos. Viajamos con la compañía Sur Oriental y nos costó 20 soles a cada uno. El viaje es bastante largo, unas cinco/seis. Así que nos preparamos para una larga noche en el autobús. El viaje empezó bien y enseguida me dormí. Pero una de esas veces que abrí el ojo vi a David y a Pablo encogidos, con las piernas contra el pecho porque una mujer había decidido usar su sitio del suelo para tumbarse tranquilamente. La situación fue bastante graciosa, sobre todo para Noe y para mi que no lo sufrimos en carnes. Pero aquí no acaba todo. De repente empezó a hacer muuuuuucho frío. Pensábamos que habían puesto el aire acondicionado a tope, aunque era raro ya que estábamos pasando por una zona en la que estaba ¡nevando! Lo que pasó es que se había roto una de las ventanas laterales y nadie decía nada. Había unos pasajeros con cristales por el cuerpo, pero ni se movían. Así que Noe y David bajaron a hablar con el conductor, porque nos estábamos quedando pajaritos y como solución puso un cartón con cinta aislante que duró quince minutos. Esta vez bajaron los tres (yo me quedé metidita en mi saco de dormir) y como no había solución posible, se metieron en la cabina del conductor cual sardinas durante el resto del viaje.En la plaza de Armas con la catedral de fondo
Una vez en Arequipa buscamos un hostal para los cuatro al lado de la Plaza de Armas. Teníamos miedo de que no nos dejaran entrar tan pronto, pero tuvimos suerte y en hostal Casa Blanca por 200 soles la habitación cuádruple entramos sin problema. Este sitio tiene una ubicación muy buena y es una antigua casa colonial que guarda parte del encanto. El desayuno hay que pagarlo a parte y cuesta 5 soles por persona. Se toma en la agradable terrraza. Como no habíamos dormido mucho y era pronto, decidimos echarnos una cabezacita antes de ir a visitar la ciudad.Yo en un patio de estilo colonial
Ya más descansados, salimos a dar una vuelta a la ciudad, comer y esperar a que saliera el free walking tour desde la plaza de Armas. Hay que preguntar en la oficina de turismo, que está en la plaza de Armas, para que te apunten y te informen sobre la hora de salida. Suele haber dos al día: una a las diez de la mañana y otra a las tres de la tarde. Los guías son estudiante de turismo en la universidad de San Agustín de la ciudad y hacen estas visitas como prácticas. Normalmente el tour es en inglés, pero ese día había mucha gente y nos separaron en dos: unos en inglés, los otros en español. Salimos a las tres de la tarde y duró unas tres horas. En este tiempo se visita:- Los puntos históricos más importantes de la ciudad
- Mundo alpaca: una especie de tienda-museo donde se pueden ver los distintos tipos de alpaca, sus lanas, la fabricación de sus productos y también comprarlos (la calidad es buena, así que el precio no es económico)
- Chaqchao Organic Chocolates: una cafetería/bar una tienda de chocolate. Aquí no nos tomamos nada, sólo nos enseñaron un poco el proceso de elaboración del chocolate, empezando por la semilla y terminado en lo que todos conocemos.
- Deja vu: aquí es donde terminamos la visita tomando un pisco sour por gentileza de la casa. Luego el que quiso te tomó alguno más. Este bar sirve desayunos, comidas y cenas y por la noche es una discoteca.
Diferentes alpacas en mundo alpaca
A día siguiente fuimos a ver el maravilloso Monasterio de Santa Catalina (que contaré más en profundidad en la siguiente entrada) y a medio día nos marchamos al valle del Colca (que también contaré más adelante). Pero regresamos a esta ciudad a terminar lo que nos quedaba por ver y a descansar un poco que nos lo teníamos merecido.El Misti
Así que cuando volvimos de uno de los cañones más profundos del mundo (y no, el del Colorado no es el primero) nos costó bastante encontrar alojamiento, ya que había algún evento en la ciudad (que ahora no recuerdo cual es). Después de preguntar en varios hostales, encontramos dos habitaciones disponibles en el hostal Villa Sillar. Nos costó en total 200 soles con el desayuno incluido. Las habitaciones están muy bien acondicionadas y el desayuno no te deja con hambre.Lo primero que hicimos fue ir a visitar a la niña del Ampato. Pero ¿quién es esta niña? Pues ahora es más conocida como la momia Juanita y fue una niña inca sacrificada en este volcán inactivo hoy. Hay un museo donde está expuesta. La entrada vale 15 soles y es una visita casi obligada. La pena es que no se pueden sacar fotos.
Inscripción en la entrada de la picantería
Para seguir disfrutando de esta ciudad, fuimos a comer a una picanteria recomendada por la guía. Una picantería no es más que un restaurante con comida típica de la ciudad. Hay un montón en el centro, pero son más para turistas. Así que nos apartamos un poco del centro y fuimos a La Capitana, muy conocida entre los arequipeños. Ahí puedes comer muy bien y barato. Hay platos que van desde el chancho al horno, pasando por el coy chactado hasta el costillar frito, sin falta un vasito de chicha. Nosotros pagamos por comer 70 soles en total. No dejamos nada en el plato, pero no nos quedamos con pizca de hambre.Sólo nos quedaba visitar el mercado de San Camilo, muy similar al de Cuzco (con lo que también hay que andarse con ojo con tus objetos de valor). Allí nos tomamos otro de esos ricos zumos peruanos que te hacen al instante y con las frutas que tú elijas. ¡No pueden estar más buenos!
Puesto de frutas en el mercado de San Camilo
Después de esto lo único que nos quedaba era esperar a que saliera nuestro bus nocturno a Nazca, así que nos metimos en un bar a echar nuestra partida de rigor de mus. Y se nos fue un poco de las manos, porque no nos dimos cuenta de que había una procesión que colapsaba todo el centro y no podíamos coger un taxi hasta la estación de autobuses. Así que cual concursantes en Pekín express corrimos con las maletas a cuestas hasta llegar a una zona donde ya sí que podían circular los coches. Llegamos a tiempo y el autobús salió con retraso.