Arequipa era un estado mental. Creo. Cuando era niño y hablaban los mayores de lo sucia, bulliciosa y descuidada que era Lima solían decir: “Deberíamos aprender de AREQUIPA, la Ciudad Blanca, tan cuidada, tan limpia…”; el orden significaba entonces una ciudad al sur del país que era la antítesis de la capital peruana. Un lugar al que imaginaba perfecto.
Fui por primera vez hacia Arequipa hace muchos años, exactamente en 1999, camino del Cuzco para ver a mi ídolo Charly García en el ya extinto Festival de la Cerveza Cuzqueña Qué buen concierto se hizo el genio. Como buen groupie lo perseguí hasta el hotel Monasterio donde se hospedó. Excúsenme la digresión. Iba a decir que eso fue hace años y sí, la ciudad casaba bien con mis expectativas. Aunque no puedo decir gran cosa, porque apenas estuve un día por allí. Pero, creo, sirvió para darme cuenta de lo tranquila y agradable que era. Luego volví varias veces, por trabajo, por placer, y cada vez iba notando cambios, una metamorfosis algo silenciosa. Hasta que regresé a fines del 2012 y ya noté el cambio radical que ha dado esa ciudad que antes era pequeña, noble, y tranquila. Y desde entonces para mí, ha pasado de ser un estado mental, a una dura realidad.
Ya no se me antojaba media pueblerina, sosegada, elegante sino más bien era ahora una ciudad pujante, desordenada, intensa, a medio camino entre una gran capital y una ciudad de provincia. Huelga decir que esto no es exclusivo de Arequipa, todas las grandes capitales peruanas han ido dejando atrás sus ropajes de lugares pequeños, cristalizados en un sueño de siglos para, poco a poco, convertirse en satélites intensos que atraen a su alrededor mundos fulgurantes. El candor de muchos de ellos se ha perdido y son hoy un pequeño reflejo de Lima. ¿Es eso malo? ¿Son los precios que hay que pagar por esa modernidad tan deseada?
Sin embargo, el viajero nunca se cansará de volver a Arequipa. Uno caerá por allí una y otra vez y redescubrirá el encanto de sus calles, de sus gentes, de su cultura. Pocas ciudades tienen una riqueza patrimonial tan impresionante. O están rodeadas de un paisaje alucinante de volcanes, desiertos y campos cultivados como lo está Arequipa. Y sí, es un trago amargo el que hay que pasar cuando se ve tanto tránsito caótico, tanta bulla, tanto barullo, tanta fricción, y por momentos, cierto miedo. Pero, vamos, con un poco de paciencia, cuidado y buen tino se puede tener en esta ciudad una grata experiencia.
Allí llegamos luego de haber estado en Moquegua (ver ENTRADA ANTERIOR). Queríamos continuar nuestra aventura por el sur peruano y además teníamos una amiga querida que visitar. Así que por qué no darse el lujo y andar de nuevo por esta urbe que crece y crece imparable a los pies de fascinantes y temidos volcanes. Por que sí, por que hay que ver la elegancia de sus casonas y sus hermosos patios adornados de macetas y flores (clara influencia andaluza), y la belleza barroca de las portadas de algunas de sus iglesias, y sus callejuelas donde las paredes de las casas blancas restallan al ser heridas por la luz del sol, y sus parques bien cuidados, y saborear la sazón prodigiosa de sus platos, y… nunca acabaría de alabar sus bondades.
Nos quedamos algunos días en la ciudad porque Paolita, nuestra amiga, y Kari, su compinche de aventuras artísticas y de negocios, nos hicieron pasar unos días inolvidables. Dos chicas alucinantes, con una intensidad, vitalidad y creatividad envidiables. Son ellas reflejo de esta nueva sociedad pujante, creativa, efervescente que ahora se impone en Arequipa. Disfrutan de todas esas mieles y también de los cálices amargos que ello trae: van adelante con su negocio aunque alguna vez han sido asaltadas, pero adoran este lugar y quieren cumplir sus sueños por aquí. Por otro lado, también tuve la inmensa suerte de conocer por fin a una bloger de viaje: la peruana Susana Montesinos, una viajera y escritora que debe ser la única persona de mi país que ha ido por bici por África y Centro Europa; sinceramente conocerla fue un gran honor: es una persona muy tranquila, sensible, culta y con sentido del humor. Ella es una arequipeña cosmopolita como ven. Cada quien escoge la manera de vivir y realizar sus sueños y ella ha llevado los suyos lejos de su tierra. Estar con estas chicas me ha dado la oportunidad de ver dos caras de la misma realidad.
En fin, esto es, en mi opinión, Arequipa. Hemos caminado mucho por allí, y conocimos algún rinconcito poco famoso del que hablaré luego. Y como no todo en la vida del viajero es aventura nos animamos a ir en un tour para visitar los lugares típicos, y no por ello menos hermosos, que se encuentran en la ciudad y sus alrededores, sobre esto también escribiré una entrada a ver si les sirve a ustedes y se animan a visitar esos lugares mis queridos e improbables lectores. También partimos desde Arequipa hacia el Cañón del Colca donde estuvimos vagando unos días... tranquilos, ya escribiré sobre ello. Hasta entonces viajeros.
Pablo
DATOS UTILES
De Moquegua hacia Arequipa: En Moquegua se pueden encontrar las combis que van hacia Arequipa en la Avenida del Ejército 135. Si vas en taxi debes decir que te lleven al paradero de “las H1”. El lugar está justo al frente de la empresa CRUZ DEL SUR, a media cuadra del paradero de colectivos que van a Tacna e Ilo. El pasaje (que se paga al mismo conductor) cuesta 30 soles y el viaje dura 2 horas y media. En nuestro caso el viaje fue una pésima experiencia pues el chofer era pésimo ya que iba a una velocidad endemoniada, haciendo más de 70 en curvas donde se indicaban 40 y adelantando temerariamente. Le reclamamos y bajó la velocidad pero fueron momentos muy tensos. Es una de las cosas menos agradables de los viajes en el Perú: ese amor suicida por la velocidad que tienen los conductores, como resultado de todo ello basta con ver las altas tasas de muertos en las carreteras. Una real vergüenza. En fin, que cuando llegamos a la terminal pedimos el libro de reclamos y al principio la mujer que atendía se hizo la loca, luego ya nos dio el cuaderno y escribimos nuestra queja. La empresa se llama “SUR PERUANO”, según la mujer el conductor se llamaba Eugenio. Desde esa terminal hasta el centro de la ciudad de Arequipa un taxi cobra 5 soles.
Hospedaje en Arequipa: Nos quedamos una noche en el hotel SANTA CATALINA. Es un lugar que seguro tuvo tiempos mejores, ubicada en una bulliciosa esquina (sobre todo en el día) pero pese a eso no está tan mal: posee un bonito patio y terraza con vistas. La habitación doble cuesta 60 soles (negociable) y una sin baño 40. Luego nos cambiamos al hostal EL REMANSO (Bolívar 403) mucha más moderno y tranquilo, y con una buena atención. También tiene una linda terraza que da hacia el Convento de Santa Catalina, desde allí vimos a alguna monja de clausura trabajando en el huerto. He perdido la factura que nos dieron pero en precio recuerdo que era similar al Santa Catalina. Su correo electrónico es [email protected] y el teléfono (054) 227421. Recomendado.
También vimos el HOSTAL BOLIVAR, Calle Bolívar # 202 Cercado-Arequipa, tiene una bonita entrada y patio, con habitaciones algo viejas aunque el sitio es muy tranquilo. Habitación doble con baño 75 soles (negociable), incluye desayuno. Tiene una excelente ubicación aunque nos pareció que la gente que atendía era poco amigable.
Comer en Arequipa: Probamos el CAFÉ CAPRICCIO en la calle Mercaderes, es un lugar agradable, elegante aunque no muy caro, sus postres y cafés son buenísimos. También es muy recomendable la heladería ICE PALACE en la calle San Agustín, sus helados no tienen pierde. Un lugar atípico y que me encantó es el CAFÉ GOURMET VALENZUELA (Calle General Morán 114, Altos) http://www.cafevalenzuela.com.pe/ se ha convertido en mi sitio predilecto y sé que cada vez que vuelva a Arequipa caeré por allí pues sus cafés son de lo mejor y el local en el que está es muy simpático: una especie de cueva pequeñísima donde apenas entran las mesas, con un ambiente muy relajado.
Comimos una vez en el restaurante ON THE BALCONY (aunque también le conocen como LOS PORTALES DE VENEZIA) localizado en el Portal de Flores en la plaza, el servicio es excelente y tienen muy buenos platos aunque caros. Se ubica en la parte alta de una casona, lastima es que no tengan ascensor por lo que hay que subir por varias escaleras, por ende tienes unas gratas vistas de la ciudad. Mucho más barato es el restaurante CHINESE FOOD en el 121 de la calle puente Bolognesi, no es la maravilla pero es una buena opción si no se quiere gastar mucho en comida. También es recomendable LA ALEMANA (San Francisco 137) sobre todo por sus salchipapas y embutidos, si los maridas con una Cuzqueña red lager, como lo hice yo, te encantará.
Precios del 2012.