A los 14 años se había convertido en el Maestro Internacional más joven de la historia argentina. Y el año pasado se consagró Campeón Mundial en Sudáfrica.
Con apenas 16 años, Alan Pichot ya entró en la historia grande del deporte nacional al transformarse en el argentino más joven en alcanzar el título de Maestro Internacional, uno de los lauros más deseados en el ajedrez. Además, se consagró Campeón Mundial en Sudáfrica. Amante de la música y el cine, este deporte le dio muchísimas alegrías y logró concientizar a la familia en pos de un objetivo: ser el mejor, aunque eso conlleve enormes sacrificios y resignar muchísimos gustos personales. El 2014 fue el año más importante de su vida, en el cual logró que este deporte gane en la Argentina las primeras planas de los diarios.¿A qué edad y cómo arrancaste en el ajedrez?Empecé justo cuando cumplí 5 años. Fue de casualidad, cuando vi un tablero en la casa de una familia amiga. Ahí conocí el juego y le pedí a mi mamá que me enseñara los primeros movimientos. Después me anoté en el Círculo de Ajedrez Torre Blanca, de Almagro, porque empezaba a darme cuenta de que era mi vocación.¿Cuánto cambió tu vida a partir del ajedrez? Los viajes, los torneos, el reconocimiento…Mi vida siempre fue distinta a la de los chicos de mi edad. La prioridad siempre fue el ajedrez, por sobre la escuela y otras actividades, como irme de vacaciones. En el mundo del ajedrez siempre fui muy valorado, y cuando me convertí en campeón mundial, me empezaron a reconocer personas de los medios de comunicación.Siendo Maestro Internacional y con el objetivo de convertirte en Gran Maestro (uno de los lugares más privilegiados del ránking), la presión debe ser mucha. ¿Seguís disfrutando del ajedrez?No siento presión. Soy muy ambicioso y nunca estoy conforme con lo que obtengo, siempre voy por un nuevo objetivo. El ajedrez para mí no es un juego ni un trabajo, es mi vida, es todo para mí.¿Cómo manejás el hecho de ser Campeón del Mundo?La gente se me acerca más, me piden selfies o autógrafos, o me hacen entrevistas para algún medio. Ni me molesta, ni me gusta. Me da igual. No juego ajedrez para que me reconozcan, sino porque es lo que me gusta hacer.¿Cómo es para alguien tan joven viajar sólo con su entrenador a lugares como Sudáfrica?No me quedó otra que acostumbrarme. Recién en el 2014 viajé sin mi familia, ya con 16 años. Al campeonato mundial iba a ir mi mamá, pero no pudo porque era demasiado costoso. Había que elegir, y creímos que me iba a resultar más provechoso que fuera mi entrenador y tenerlo siempre a mano antes de cada partida.¿Qué esperás del futuro? ¿Vas a estudiar alguna carrera?No voy a estudiar otra carrera, soy y seguiré siendo ajedrecista profesional. Mi familia me apoya. Voy a dedicarme al inglés, porque sé lo básico y necesito mejorarlo mucho para mis viajes.¿Cómo hacés con el estudio?Con el título mundial, el Enard me ofreció hacer un secundario a distancia. Así voy a terminar cuarto y quinto años. Hasta ahora venía cursando normalmente, pero como cada vez viajo más, me resulta imposible continuar mis estudios de manera tradicional.¿Y con tus compañeros? ¿Cómo te adaptás a ellos y viceversa?Soy un chico normal que juega bien al ajedrez, nada más. En el resto de mi vida soy como cualquier joven de mi edad, con la diferencia de que tengo intereses distintos a los de ellos.¿Cómo se adaptó tu familia a tu pasión por el ajedrez?Siempre fueron mi sostén, me ayudaron no sólo económicamente, sino también estando a mi lado, en las buenas y en las malas, llevándome y trayéndome a cualquier hora de torneos o de clases de ajedrez. Ellos han hecho tantos sacrificios como yo.¿Cómo te preparás para cada torneo y rival?Tengo dos entrenadores con los que tomo clases tanto presenciales como virtuales, que son los Grandes Maestros Sergio Slipak y Sandro Mareco. También me preparo solo con mi computadora. Ante cada torneo, analizo a mis rivales y elaboro un plan de juego. Para un ajedrecista el arma más importante es la PC. Eso para mí es un problema, porque necesito una computadora nueva que debe ser armada especialmente, y en la Argentina no encuentro lo que necesito. Eso dificulta bastante mi entrenamiento.Fuente: Diario Z