Revista Opinión

Argentina, la nueva ola de emigrantes.

Publicado el 25 octubre 2019 por Carlosgu82
Todo argentino tiene en su corazón ese sentimiento ambiguo de pertenecer a una patria pero saber que viene del otro lado del charco.
En nuestro adn está el sello del emigrante, ese sentimiento de querer probar suerte en otra tierra.
Quien no tiene un abuelo o bisabuelo que llegó con lo que tenía, mucho o poco, pero dejando atrás familia, historias, lugares. Ya sea corrido por la guerra, el hambre o el simple hecho de empezar una nueva vida.
Vale la aclaración que no jugaba el mail, el celular o la video llamada, solo la carta y si llegaba. Jóvenes que nunca más vieron sus padres y murieron añorando poner una flor en la tumba de “la mama “
Ese fue el sello que marcaría las generaciones venideras, después de eso cualquier viaje es un paseo.
Tiempo después fueron muchos los que emprendieron el camino inverso, algunos con fortuna y otros terminaron haciendo lejos lo que no querían hacer acá.
Hoy la historia se repite, y una nueva camada prepara las valijas. Día tras día escucho la misma frase, “me cansé, esto no tiene salida, me voy”
Y más allá del amor que uno siente por su terruño, empiezo a darles la razón, porque no se va el recién recibido a probar suerte,  ni el “ni ni” (ni trabaja, ni estudia) que piensa que afuera se vive sin trabajar, se está preparando para viajar aquel que trabajó toda su vida, o el profesional con experiencia, que todos los días la rema para progresar y ve que va para atrás, con perspectivas poco alentadoras para sus hijos.
Hoy, a quienes tenemos hijos y algunos años por delante, el destino nos muestra dos caminos, ambos con un costo por pagar, el primero, tomar nuestra familia y abandonar patria, amigos, querencias, como lo hicieron los abuelos, con la esperanza de que nuestros hijos tengan la oportunidad de crecer en un lugar con futuro. El segundo seguir peleando aquí, tratando de formar a nuestros hijos como ciudadanos de mundo para que el día de mañana puedan volar al destino que elijan,  nosotros pagaremos el costo de perderlos y ellos el del desarraigo.
Si le falta una conclusión a este artículo, no es un error, es que aún no decidí mi camino.

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