Ariel Pestano, una de las estrellas del Deporte Cubano, el inolvidable receptor de Las Villas y de la Selección Nacional Cubana de beísbol, se retira forzado por la Comisión Nacional de la Pelota Cubana el venidero 17 de septiembre.
Pestano se retira empujado por las circunstancias, y según sus propias declaraciones desconoce los preparativos de la despedida, pues ni siquiera le fueron consultados la fecha y la sede.
La comisión se ha amparado en que la despedida tendrá lugar en Caibarién, el pueblo natal de la estrella del equipo Cuba.
Pestano, al igual que todos los que saben de beísbol en los más altos niveles, cree que con sus 42 años, todavía podría estar en activo en el descolorido mapa de las Series Nacionales, que cada semana pierde deportistas que abandonan la isla en busca del sueño de las grandes ligas.
Debido a las condiciones de su rendimiento y su perfección técnica en la receptoría, Pestano se sabe en condiciones incluso de formar parte del team Cuba, privilegio que le ha sido negado en los últimos años.
“Llegó el fin de la carrera, es algo duro, algo difícil. Yo no lo quería pero llegó el final. Me obligaron a dar este paso. Yo pienso que Pestano todavía tendría que dar en la pelota cubana, todavía me siento en forma. Entreno todos los días, me mantengo en el peso, me mantengo bien. Pero ya no vale la pena”, dice el campéon olímpico de Atenas 2004.
Pestano fue tres veces campeón de la Copa Mundial de Béisbol (IBAF) en 2001, 2003 y 2005. Multicampeón en Copas Intercontinentales, Juegos Panamericanos y Centroamericanos. Fue artífice de la plata del Clásico Mundial, en su opinión la página más gloriosa de la pelota cubana. Su presencia en la Serie del Caribe de Margarita, más la experiencia profesional con los Piratas de Campeche, lo convertieron en un pelotero irrepetible, al que solo le faltó la experiencia en las Grandes Ligas.
A Pestano le despiden en Cuba en contra de su voluntad en su pueblo pesquero, en un estadio que no iguala su magnitud, pero le vio dar las primeras señas. Se va sin querer, a regañadientes, en plenitud…, pero se va, como casi todos, con la incomodidad que propicia el querer hacer más y que no te lo permitan.
Con información de Vanguardia.
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