Parece ser que a Arizaga, ese hombre, le ha jodido sobremanera la información que publiqué el otro día en este blog bajo el título "El tamiz que vela las cuentas de TUSSAM".
El incidente del canjeo ilegal de los bonobuses antiguos le trae por la calle de la amargura, no sólo porque lo retrata con total fidelidad, sino porque ha hecho el más espantoso de los ridículos con su proverbial prepotencia, y además en público, gracias a la difusión de este blog. Es lo que tiene el que aflore a la luz la verdad, que el remordimiento acaba convirtiéndose en pública vergüenza.
Así que el mandamás del cortijo, como ya viene siendo habitual, ha puesto a todas las direcciones de la empresa a trabajar en un único y nuevo empeño, algo de vital trascendencia para el futuro de la compañía: averiguar a toda costa cómo carajo se ha enterado este mierda de bloguero de lo sucedido.
Y ahí andan, todos directores de pelo en pecho y amplia experiencia, recorriendo los pasillos y asaeteando a preguntas a cualquiera que se les cruce de que si, por casualidad, has sido tú el traidor que le ha contado al del blog lo de los bonobuses del gerente. Algunos incluso se permiten el lujo de soltar una amenaza. Así es el miedo, una perturbación capaz de transformar al más pintado, por muy director que se crea.
Parece ser que la empresa no tiene otro problema más importante ni grave que el averiguar quién proporcionó la información necesaria para demostrar que el gerente de Tussam se cree por encima incluso del resto de sevillanos. Así está la empresa, que no hay por donde cogerla gracias a su gestión de Premio Nobel de Economía.
Pero están dando palos de ciego, hasta para eso son torpes, porque si algo tengo claro en esta profesión de ruína es que las fuentes son sagradas. Por lo tanto, apañados van esta sarta de Sherlocks Holmes de pacotilla.