Y, desde luego, mereció mucho la pena acudir al concierto de Javi Arizona (cantante y guitarra), Rubén Arizona (alias Señor Marrón, guitarras) y Marcos Arizona (percusión, coros). El trío nos deleitó con una corta pero intensa sesión de su rock acústico con aires country y toques de blues, en la que repasaron gran parte de su segundo LP, Second To None. Con aspecto de moteros que frecuentan bares insólitos de la América profunda, Arizona Baby salieron a la hora prevista en el cartel: a las seis y media de la tarde comenzaron con un modesto saludo y tocando una canción de su primer disco, Sunday, que sonó mucho más rockero que la versión de estudio. Tras la entrada, el sonido de persecución de The Truth introdujo al público de lleno en el ambiente guitarrero de los Arizona. Tanto, que en la siguiente canción el sencillo pero pegadizo estribillo de Ouch! fue levemente coreado por los asistentes del Lunafest, una mezcla de tribus urbanas del centro de Madrid: wayfarers por doquier, hippies, hipsters y algún heavie que disfrutaba sin complejos del ambiente modenno que lucía la Plaza de la Luna. Todos menearon la cabeza suavemente al ritmo de la decadente Runaway, que daría paso a un solo de guitarra del Señor Marrón, que mezclando Texas con Sevilla, introdujo la potente A Tale of The West.El repertorio de Arizona Baby no se redujo a sus discos, pues tocaron alguna que otra canción que no aparece en ninguno de sus largos, como la genial Where The Sun Never Sets, a la que siguieron más temas del Second To None: Dirge, Muddy River y la que parece estar convirtiéndose en el himno-grito de los conciertos de la banda, Shiralee, bailada por gran parte del público. Terminarían oficialmente con X’ed Out, pero Javi Arizona consiguió arrancar un bis al público con el tiempo justo para no retrasar la siguiente actuación. Y así fue como Arizona Baby dio un par de patadas más de rock sobre el escenario: versionando Lucille, del mítico Little Richard.
(Kid A., tanakamusic.com)
