El pasado sábado día cinco actuaron en la ciudad de Valencia las bandas, hermanadas por temática y estética, Arizona Baby y Los Coronas. El caso es que recalaron en la sala Wah Wah, que con su reciente remodelación se hacía un tanto más cómoda y adecuada para disfrutar de buena música. Son pocos los cambios, un pilar menos, una barra que cambia de sitio y pequeñas cosas por el estilo que provocan que el espacio se haya vuelto más diáfano y con más facilidades para seguir a los artistas desde cualquier rincón del local. Por otra lado, el sonido fue excelente y pudimos disfrutar una gran noche de rock.El caso es que el núcleo duro de corazones hambrientos, acompañado por sus fieles seguidores y mi bella mujer, nos acercamos a ver qué era lo que se cocía con el asunto ese de Dos bandas y un destino. El título de la actuación no podía ser más elocuente como adelanto de lo que nos íbamos a encontrar; rock sureño, western y un toque surfero que parafraseando el clásico de Redford y Newman nos llevaba de la mano hasta los sonidos más profundos de América. El problema que quizás no recordaban estos voluntariosos músicos es que los dos personajes de Dos hombres y un destino, título que toman como referencia, acababan muertos y este es un peligro, en el ámbito sonoro, con el que pueden encontrarse. Después explicaré este asunto, ahora me ceñiré a lo estrictamente musical.La propuesta es sencilla. Los Arizona Baby no tienen bajista y Los Coronas no tienen cantante, parece que este asunto tiene fácil arreglo pues no tienen más que fusionar ambas formaciones. Sin embargo, la cosa no resulta tan sencilla. La actuación comienza de manera conjunta, todos los músicos en el escenario arremetiendo con un par de versiones que comienzan a calentar el ambiente. En este sentido el cantante de los Arizona maneja de manera prodigiosa su voz y sabe como levantar al público, destacó como gran maestro de ceremonias y cantante. Después ya se da paso a cada uno de los shows particulares, comenzando por los Arizona Baby que ponen sobre el tapete su único trabajo de manera prácticamente íntegra. Se presentan los tres miembros del grupo con un look western zarrapastroso, con enormes barbas y melenas y enseguida te dejas llevar por el soniquete de esta banda que rinde pleitesía a todo lo que huela a Estados Unidos. Destaca el cantante, que también hace las veces de guitarrista rítmico, y que maneja el tempo de la show. Se trata de un tipo que tras su frágil y desgarbada apariencia esconde un torrente de voz que manipula a su antojo para dotar de todo tipo de matices su actuación. Suena, sin lugar a dudas, todavía más redondo y completo que en el disco de estudio. Después está el señor Marrón, así es como lo presentaron, que se encarga de la guitarra solista. Lo de este tío difícilmente puede describirse con palabras, es una animal de la guitarra que realiza todo tipo de florituras con una acústica que hace sonar limpia y clara a pesar de los increíbles arreglos que hace a toda velocidad. Sin duda de los mejores músicos a los que he podido escuchar en directo. El último componente, encargado de la percusión, pasa más desapercibido pero resulta del todo necesario para el buen hacer del conjunto. Sin duda son unos tipos bragados en lo de los escenarios y se les ve con una propuesta que, aunque manida, es sólida y contundente.Después vuelve a realizarse un baile de músicos y salen Los Coronas a actuar. Estos caen también en el rollo western pero con un toque hortera, a lo Dolly Parton, que desata un tufillo un poco rancio. De todas formas en seguida se ve que es una buena banda que combina un repertorio propio con versiones como Surfaris o Tito y Tarantula. Los problemas que tienen, para mi gusto, es que sus composiciones se hacen interminables y dan la sensación de caer en un bucle que solo se rompe con las paridas que el frontman suelta de vez en cuando sin venir a cuento. En definitiva, se me hizo bastante más pesado que los Arizona Baby.Por último, a estas alturas ya habían superado las dos horas de concierto, vuelven a juntarse los dos conjuntos para terminar con unas cuantas versiones que son el colofón de la actuación. Aquí destacaron el par de temas de los Dead Kennedys, abanderados del punk americano de los ochenta, que adaptaron al peculiar estilo western de la noche.Realmente fue una buena noche en la que disfruté de gratas sorpresas pero, siguiendo la analogía con el clásico Dos hombres y un destino, considero que los Arizona Baby deberían desvincularse de Los Coronas si no quieren terminar como Butch Cassidy y Sundance Kid; muertos al ser arrastrados a un final trágico.
(Nacho Valdés, corazoneshambrientos.blogspot.com)