Por Francisco Acosta.- Mucho se dice que la misma Lila López jamás dimensionó el alcance que tendría con el entonces incipiente encuentro de danza contemporánea que comenzó a organizar casi como un juego, año con año fue creciendo y posicionándose como un referente de la cultura dancística no sólo de San Luis Potosí o de México sino de todo el continente. Era un evento en el que todos querían estar, desde bailarines hasta el público, era una fiesta, una actividad que cumplía con todos los objetivos; difusión, promoción, diálogo, encuentro y creación de públicos. Fue algo que creció a pasos agigantados.
Tras la muerte de la maestra se dio un cambio importante, muchos dirán que se perdió la esencia (y es probable) pero logró mantenerse como EL festival de danza, no era uno del montón, era el de más historia, el de más legado y el más importante. Le invirtieron mucho dinero y eso permitió que compañías inimaginadas pudieran presentarse en San Luis Potosí. Sí, cambió pero los objetivos seguían firmes y se seguían cumpliendo.
En los últimos años, la administración cultural que pudo mantener el barco a flote fue la que encabezó Xavier Torres Arpi, como secretario de Cultura de Fernando Toranzo. Su dirección de Festivales Internacionales conocía del tema y pudo agendar a un Bejart Ballet o a un Marie Chouinard, por mencionar algunos, sin dejar de lado la relación permanente que existía con países de Europa, América del Sur y Asia. Eran otros tiempos, incluso se podían ver las largas filas de gente a las afueras del Teatro de la Paz, esperando poder ingresar para presenciar la función, muchos no lo lograban.
Por desgracia, llegó la administración de Armando Herrera, secretario de Cultura de Juan Manuel Carreras, y un cambio abrumador y negativo se hizo presente de golpe. Armando echó por la borda los logros de administraciones pasadas y, aunque lo niegue, se dejó mangonear por intereses externos que lo dejaron mal parado. Lamentablemente, los más perjudicados fueron los festivales y los miles de potosinos que, año tras año, esperaban la celebración de estos festivales.
En su primer año Armando Herrera cortó de forma tajante la extensión del Festival Lila López, en años anteriores se tenían más de 20 días, con él apenas y se llegó a la mitad, una o dos compañías fueron foráneas, la mayoría eran locales (es importante aclarar que no hay nada de malo en lo local, lo realmente malo es que se programaron a compañías de esas que sólo existen una vez al año, de las que desaparecen por completo y resurgen de la nada para conformar una programación que, a todas luces, se ve improvisada), desaparecieron los concursos que la misma Lila creó para fomentar la danza… simple y sencillamente, la gente dejó de percibir este festival. Al diablo los objetivos y el cumplimiento de los mismos.
En una insulsa defensa, el “funcionario” cultural dijo que la idea era eliminar la percepción de que el festival era sólo unos días, que se trabajaría para que todo el año hubiera danza, que se le daría un nuevo impulso y que se apelaría a los orígenes del evento (como si los conociera). Fracasó en todo; Armando Herrera y su pseudoequipo han organizado tres festivales Lila López, dos de los cuales ya transcurrieron y el último está en camino. Ya no hay promoción, ya no hay impacto, las funciones lucen desangeladas, seguidores de antaño ahora desconocen la programación, ya no hay propuesta, no hay crecimiento… el Festival de Danza Contemporánea Lila López está en decadencia.
Puede parecer extremista lo que escribo pero no se puede negar la realidad; la actual Secretaría de Cultura no ha sabido cumplir con la encomienda y hablar del Festival de Danza Lila López es sólo un ejemplo. El Festival de San Luis o el Festival de Música Antigua y Barroca “Los Fundadores” van por el mismo rumbo.