Revista Cultura y Ocio
Armas de asta no letales en el Japón de la época Edo (I: De occidente a oriente)
Por Agramar @EldescansodelesI: De occidente a oriente
Como hemos visto en los anteriores trabajos de este documento, durante toda la Edad Media, el añadido mas común de las armas de asta solía ser un gancho o una púa curvada que, ademas de una evidente función ofensiva directa, se podía usar para desmontar adversarios montados, en un tiempo donde la caballería había ganado terreno a la infantería hasta ser el pilar base de los ejércitos medievales europeos, en especial la caballería medio-pesada o pesada (Que fue con el paso de los años, aumentando en influencia, masa acumulada y poder letal). Se había descubierto que, si bien un caballero montado, con toda su armadura y el peso de su montura podía ser tan devastador a la carga como su propio armamento (Quizás incluso hasta mas) contra cualquier objetivo distinto de una edificación, si se le desmotaba arrojándolo al suelo, hasta un simple campesino podía matarle con una hoja afilada metida por un hueco de la armadura o simplemente moliéndolo a palos y pedradas...siempre y cuando se usara una herramienta adecuada para tirarlo. En una forma de guerra donde la vida humana no se valoraba mucho, pero donde un buen caballo entrenado podía ser un valioso botín (Sobre todo durante la Alta Edad Media, donde las buenas monturas escaseaban tanto que había una serie de reglas para evitar dañar en lo posible a estas, como no dispararlas o atacarlas con armas de cuerpo a cuerpo directamente salvo extrema necesidad) junto con las armas del caballero, lo mas sencillo era usar un buen gancho, que a su vez era parte de una moharra, unido a un palo lo suficientemente largo para arrancar a un jinete de su silla y estamparlo contra el suelo con la seguridad de la distancia. Solo había que engancharlo con el y tirar para que el peso de su equipo de combate lo acabe de arrojar al suelo donde sería tan vulnerable como una tortuga panza arriba.
Al menos, esa era la teoría.
Sin embargo, con el paso de las décadas y de los siglos, la filosofía del combate y las tácticas recibieron algunos cambios que afectaron a la mentalidad de los combatientes o al menos a algunos de ellos. Se descubrió que, un caballero con toda su completa panoplia podía ser alguien adinerado o de “buena cuna”(Ese equipo era muy costoso, por lo que debía tener fondos para poder permitírselo). Si era si, se le podía capturar vivo y pedir un cuantioso rescate monetario, forzar un acuerdo o intercambiar por otro cautivo, entre otras muchas cosas, al tiempo que te quedabas con sus armas, su armadura y/o su caballo. Eso abría un abanico de posibilidades a explotar potencialmente muy jugoso. Pero para eso y antes de nada, era necesario como condición indispensable coger y mantener al blanco vivo.
Lo cual plantea una serie muy grande de problemas.
Primero, si has de capturar a alguien vivo no se puede (O no se debe) emplear ni armas ni fuerza letal, por temor a matarlo directamente o causarle tan graves heridas que acabe por morir. Y por supuesto, el objetivo no va a tener tantas consideraciones para luchar y tratar de huir. Lo segundo es que determinados blancos son mas fáciles de reducir sin matarlos que otros. Los blancos montados son mas complicados que los que van a pie, no tanto por su velocidad y masa, si no también por el hecho de que caerse del caballo ha matado a tantos o mas caballeros a lo largo de la historia que flechas, hachas o espadas, en especial si es arrojado con violencia. Las armaduras estaban diseñadas para desviar, amortiguar o absorber la energía de mandobles o proyectiles evitando o minimizando los daños...pero eso no es lo mismo que evitar que se rompa el cuello, se destroce las extremidades o se aplaste la caja torácica al caerse de casi dos metros de altura con un peso adicional sobre el cuerpo de entre 15 y 45 kilos, según el tipo de armadura y mas el equipo que lleve encima. Y eso sin contar que la cabalgadura también no se le caiga encima.
¿De que servía todo el esfuerzo si el resultado era un cadáver machacado o un invalido total?
Hacía falta tener una mentalidad, unas habilidades y sobre todo unas herramientas adecuadas para aislar, inmovilizar, desarmar y capturar a un objetivo sin tener que llegar a tener que usar un ejercito entero solo contra el o sufrir cuantiosas bajas en el proceso.
Ya en pleno Renacimiento, a principios del siglo XVI (Aunque algunos autores creen que puede haber antecedentes del XV), se creo un arma de asta que no fue diseñada como un arma letal y que estaba ademas diseñada para capturar relativamente indemne a su blanco, mostrando que esa mentalidad había calado en ciertas capas de la estructura bélica de la época. Se la conoce con el esclarecedor nombre de “Atrapa-hombres” (“Man-catcher” en inglés).
Según la Encyclopedia of European Historical Weapons de Vladimir Dolinek y Jan Durdik (Ed Hamlyn, 1993. Esta traducida a varios idiomas), el Atrapa-hombres se origino en las montañas de Sajonia. Básicamente, es un arma de asta de longitud variable, de madera flexible, que esta rematada no en una moharra convencional, si no en una estructura metálica flexible y/o articulada parecida a unas mandíbulas o una pinza de cangrejo, diseñada para cerrarse en torno al cuello (Lo habitual) o un miembro de la victima al entrar en contacto y apretar un resorte o al activar un mecanismo (Como una palanca o una cuerda), atrapándolo como un cepo.
A lo largo del tiempo, salieron varios modelos con modificaciones y añadidos, pero la mayoría de ellos tuvieron en común el tener, en el interior de las “mandíbulas”, unos pinchos cónicos afilados que en algunos casos podían ser de hasta 10 cm de largo. Eso servia para tener mas sujeta a la victima y disuadirla para que no se debatiera. Lamentablemente, eso tenia un problema y es que el Atrapa-hombres se diseño primordialmente como para atrapar objetivos con armadura. Si se usaba con alguien sin armadura (Lo cual no era raro, ya que en el siglo XVII estaban empezando a caer en desuso por las armas de fuego. Y no hablemos ya de civiles...) podía causar heridas y cortes tremendos debido a la presión de las “mandíbulas” y de los pinchos internos, especialmente peligrosos si se usaba en la zona del cuello o en la cara interior de los muslos. Y ademas seguía teniendo el problema de que si se usaba para desmontar a un blanco, la caída por arrastre aun podía causarle daños que podían ser muy graves o incluso fatales.
Con el paso de los años se fueron haciendo modificaciones y paso a ser un arma destinada a atrapar criminales (De ahí que en francés se le llame “Attrape-coquin”, que lo traduciríamos como “atrapa-granujas”) y a reducir prisioneros peligrosos y agresivos para poder trasladarlos con seguridad, por ejemplo dentro de las prisiones, o instituciones mentales a juicio o a los patíbulos, pero seguía siendo un instrumento potencialmente peligroso en especial en manos inexpertas. Por ello, en el siglo XVIII se dejo de lado en favor de otros artilugios para mantener a raya y sometidas a sus victimas.
La idea de usar un palo largo para tener inmovilizado pero indemne a un blanco no se dio solo en Europa. En Papua Nueva Guinea, los indígenas tenían algo por el estilo desde hacía tiempo: una larga vara que tenia un lazo con nudo corredizo. La vara estaba rematada en una fina púa y cuando se apretaba el nudo en torno al cuello de la victima la punción de la púa les obligaba a desistir en el empeño de oponer resistencia. Este artilugio, mas simple y primitivo en apariencia, es sorprendente efectivo.
Y de nuevo, la aparente superioridad de la civilización occidental europea queda en evidencia cuando los japoneses, en unas fechas mas o menos parecidas en las que los europeos usaban sus Atrapa-hombres dieron no con una, si no con tres soluciones mejores a la cuestión de como coger y retener a alguien usando un arma de asta sin incapacitarlo permanentemente o matarlo.
Continuara