La aromaterapia es un método curativo que se basa en la acción que ejercen los aceites esenciales de diferentes hierbas sobre el sistema nervioso. La absorción de estas esencias tiene lugar a través de los conductos nasales y los pulmones, afectando en poco tiempo el estado emocional y mejorando distintas afecciones. Los aceites esenciales de diferentes hierbas y plantas se obtienen a partir de un proceso de prensado o de destilación, según cada caso. A lo largo de este proceso se extrae el aceite de diferentes partes de la planta (puede ser de las ramas, tallos, hojas, flores y hasta de las raíces de la planta).
El origen de esta terapia se remonta a principios del siglo XX, época en la que René Gattefossé aisló los principios activos de la lavanda de forma accidental (por una quemadura en su brazo). El primer tratado de aromaterapia es el que Gattefossé publicara en 1928 (lleva el mismo nombre que la disciplina). Actualmente la aromaterapia es utilizada en el tratamiento de infecciones, insomnio, hipertensión, arritmia y depresión, entre otros padecimientos.
Los efectos más poderosos de la aromaterapia están asociados a la cura de la depresión. Frente a estados depresivos se pueden obtener excelentes resultados utilizando aceites esenciales de manzanilla, salvia, lavanda o sándalo. En casos de depresión puerperal se recomienda utilizar el aceite esencial de jazmín. Cualquiera de estos aceites esenciales de aromaterapia ofrecerá resultados notables sobre el sistema anímico, induciendo sensaciones de calma y sosiego de forma instantánea. Los aceites esenciales para tratar la depresión pueden ser quemados en un hornillo especial o pueden ser administrados en baños de inmersión. En cualquiera de los casos solo se utilizan unas pocas gotas, cantidad suficiente para conseguir resultados efectivos (más allá de la gravedad del estado depresivo).