Revista Cultura y Ocio

Arqueología

Publicado el 17 marzo 2010 por Hache

Sigo repasando libros que había ojeado o que aún tenía sin leer. Entre esos a los que sólo les había echado un vistazo, está la 'Arqueología' de Montserrat Cano Guitarte; un libro rotundo, con una concepción muy cercana a la mía con respecto a lo que ha de ser un libro de poesía y con poemas tan contundentes como
Doblaba las rodillas para beber
y se veía a sí mismo sobre el agua,
pero nunca se reconoció en las pupilas de los otros.
Por eso los designó enemigos.
Las alas de los pájaros le inspiraron el vuelo,
de los peces surgió el sueño de dominar abismos,
envidió la habilidad de la arañas
y la fuerza del bisonte.
Sin embargo, cuando advirtió que sus manos
podían imitar cualquier cosa,
recordó los colmillos del lobo
y fabricó una lanza.
Kufor viajó hasta Nubia
y regaló un enano al pequeño faraón,
el que luego sería Pepi el Grande.
Sabemos esto porque el funcionario
esculpió el agradecimiento del rey en las paredes
(gratitud de palabras, turquesas, plata y trigo).
Kufor amó tanto a una esclava
que encargó una figura de la mujer lavando
arrodillada junto al río,
los brazos atezados, firme la espalda,
y la puso en su tumba, sobre un pilar,
donde pudiese mirarla eternamente.
Sin embargo, nunca escribió su nombre.
La momia de Kufor y sus tesoros
anduvieron de mano en mano y se perdieron,
la arena preservó las palabras del rey,
las rodillas de la lavandera resplandecen aquí,
en la sala de un museo.
Todo el mundo conocido y el aún por conocer,
los jardines, las selvas, las nubes y el fondo de los mares
se llenaron de amor.
Sin embargo, los poetas trataban de pasión y de delirios
mientras los pintores retrataban al esposo y la esposa
en tablas separadas
o disfrazaban de virgen el rostro de sus amantes.
Para que nadie confundiese
el regocijo con la vida.
Porque así son las cosas:
nos conmueven, aquí arriba,
el trazado de un arco,
el rostro de Lucrezia Panciatichi,
el dolor de Tristán, las columnas de Córdoba,
Borobudur, Monteverdi y el oro de los incas;
temblamos con Chejov entre las manos
y ante el terror de munch.
Mirando con cuidado,
los museos rezuman dolor, veneno y sangre.
O dicho de otro modo: las obras de los hombres
son lo mejor del hombre.
Cano Guitarte, Montserrat. 2003. Arqueología. Murcia, Aula de Poesía de la Universidad de Murcia.

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