A veces pienso en que los artistas tienen el trabajo más complicado del mundo. Crean cosas de la nada. Es algo increíble.
Pintores, escritores, bailarines, cantantes… cualquiera que se dedique a construir sentimientos desde una página, un lienzo o unas partituras en blanco hacen más por este mundo de lo que podría hacer cualquier otra persona. Se dedican a permitir que la gente sueñe, que la gente crea, que afloren sus sentimientos. Son capaces de hacerte sentir felicidad cuando el mundo se derrumba a tu alrededor al igual que tienen el poder de regar tus mejillas con las lágrimas de tus ojos aún cuando no podrías ni imaginar que le falta vida para ser un poquito más feliz.
Todos ellos se enfrentan al mismo desafío cada día de su vida. Coger la nada y transformarla. La creatividad es un aspecto muy importante en su vida, pero se ve relegada a un segundo plano en pos de la perseverancia, la disciplina y el trabajo. Porque artista se nace, pero hay que trabajarlo. Del mismo modo que el escultor va dando forma poco a poco a su obra, el artista tiene que ir moldeando su imaginación hasta conseguir que fluya por sí sola, y eso solo se consigue intentándolo cada día y fracasando casi todos ellos.
¿Cuántos artistas se habrán quedado por el camino por no tener la fuerza de voluntad de escribir unas palabras, por malas que sean, en la página en blanco que tenían en frente de sus ojos? ¿Cuántos pintores se habrán visto amedrentados por la magnificencia de un lienzo en blanco? ¿Y cuántas veces habrá tropezado cada bailarín en su nueva canción hasta conseguir hacer emanar el entusiasmo de un público que le mira emocionado?
Todos ellos se enfrentan todos los días al mismo enemigo: su mente, el arquitecto de sus sentimientos. Y cada día son ellos los que prefieren intentar construir emociones que simplemente huir de la sala donde se encuentran. Porque ellos saben que es mejor tirar un trabajo por no ser suficientemente bueno que no tener nada que tirar.
@CarBel1994