Ya hace unos cuantos años que en nuestro universo particular han irrumpido una serie de adelantos tecnológicos que nos están llevando a reciclarnos, aprender nuevas técnicas, utilizar nuevas herramientas, incluso a cambiar el proceso proyectual. Hace tiempo que el Autocad y otras herramientas informáticas de delineación que creíamos insuperables están comenzando a quedar obsoletas, por ejemplo con la irrupción de los sistemas BIM.
Y es que todos los campos profesionales avanzan y evolucionan, nacen nuevas formas de trabajo, diferentes y novedosos puntos de vista, nuevas ambiciones, etc. Y por supuesto, la tecnología es en gran medida la que nos empuja a llevar a cabo estos cambios.
La última revolución tecnológica que ha sacudido las bases de muchas profesiones es la impresión 3D, una herramienta de trabajo revolucionaria que modifica costes, tiempos de fabricación y ejecución, formas de proyectar y no tan sólo en arquitectura, por ejemplo en medicina, gastronomía, en la industria de la moda y del diseño, hoy en día se puede crear casi todo lo que se nos ocurra.
En la construcción es sabido que en los últimos años China está siendo un país puntero y predominante dentro del selecto grupo formado por los gigantes mundiales, destacando por la incorporación de esta nueva tecnología 3D. Un ejemplo de ésto lo podemos encontrar en la empresa Winsun que dedica su actividad desde hace 12 años a la investigación de la impresión de edificios. Ya en 2014 construyó la asombrosa cantidad de 10 casas de 200 m2 en un solo día, dando un paso más allá a lo que conocemos como arquitectura prefabricada.
En su última actuación exhibida en el Suzhou Industrial Park, ha construido un edificio de cinco plantas con elementos impresos en 3D. Según información facilitada por la empresa, los elementos “impresos” son de alta resistencia, incluso a terremotos, los cuales son elaborados a partir de una “tinta” muy sólida compuesta a partir de desechos de la construcción como arena, hormigón y fibra de vidrio unidos a otros componentes “secretos” que sospechosamente no desvelan. La empresa expone su sistema como ecológico y respetuoso con el medio ambiente ya que se aprovechan los materiales locales para disminuir el coste en transporte, siendo de bajo coste debido a la rápida ejecución de sus elementos y protector con los trabajadores los cuales dejan de estar expuestos a ruidos y sustancias poco saludables. No aclaran si una vez agotada la vida útil del edificio, sus elementos podrán ser reciclados y/o reutilizados, lo que sí convertiría este sistema en un proceso totalmente ecológico.
Suena bastanbte idílico ¿verdad? Pues según la empresa china, esta impresora 3D es una construcción de 6.6m alto x 10 m ancho x 150 m de largo, es decir que alcanza la magnitud de un edificio más por lo que ¿es ésa una construcción sostenible? Y es que se desconocen los materiales, el volumen de energía, tiempo y mano de obra necesarias para hacer el montaje a partir de los cuales se construye dicha impresora.
¿Y el volumen de energía necesarios para poner en marcha esta mega-impresora y proceder a la elaboración de las piezas? Desde luego, será necesario un estudio más profundo y detallado de este sistema antes de etiquetarlo como “eco”.
La empresa promueve este sistema bajo tres aspectos muy ventajosos:
- Reducción de un 30 a 60% de residuos
- Reducción de un 50 a 70% en tiempos de producción y de ejecución de obra
- Reducción de un 50 a 80% en costes de la obra
Tras estos números podríamos pensar que puede ser la solución a una arquitectura económica y al alcance de cualquiera, sin embargo dudamos que una reducción de costes de obra pueda repercutir en el precio de venta final de las edificaciones, ya que para un promotor es muy goloso pensar en el aumento de margen de beneficios que obtendrá.
Como todo proceso industrializado, da lugar a una reducción y/o casi eliminación total de mano de obra que no parece muy positivo observando la situación actual en cuestiones de empleo en España y menos en China donde la mano de obra sobra y es realmente barata. De todos modos debería ser una mano de obra cualificada y especializada en esta nueva tecnología.No queremos ser tan pesimistas, ya que vemos un aspecto muy positivo en la integración de la impresión 3D en nuestra vida cotidiana y es que permitirá una personalización completa del diseño de nuestra vivienda, de nuestro mobiliario, hasta de nuestra vajilla. Este aspecto da una libertad absoluta a la imaginación tanto para los profesionales como para quienes no lo sean.
En esta otra web holandesa, profesionales exponen este tipo de arquitectura como la solución para dar mayor calidad de vida a gente sintecho o que habita en condiciones infrahumanas debido al bajo coste de producción de estas viviendas. Estamos de acuerdo en que efectivamente podría ser una posible solución pero desgraciadamente existen otros muchos factores políticos, económicos y culturales sobre los que no podemos decidir y que posiblemente dificultarían la implantación por la que abogan. Recuerden lo que ha costado que la gente crea en sistemas de construcción en seco como el Pladur tan común hoy en día, imagínen lo que puede suponer acostumbrarnos a vivir en una vivienda de este tipo.
Otro punto a tener en cuenta en este nuevo tipo de edificación “impresa” es que deberá dar cumplimiento a normativas técnicas locales y estatales. Por desgracia en España falta mucho tiempo para que este tipo de estructuras puedan regularizarse y cumplir con las exigencias de la CTE, que comienza a parecer un instrumento que en lugar de ayudarnos a mejorar nuestros estándares de construcción y diseño nos ata y nos dota de una camisa de fuerza de la cual es muy difícil salir.
Nos gustaría conocer cuál es tu opinión sobre este tema ¿crees que la impresión 3D en arquitectura es lo que viene?
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