La espectacularidad de los modernos museos del mundo es tal que la gente acude a verlos más que a las colecciones. En México, el MUAC es ejemplo de estos edificios-iconos
Sonia Sierra | El Universal
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Más que el arte mismo, la arquitectura es la que ha transformado los museos en los últimos años. El alcance del cambio ha hecho eco en el entorno urbano; la ciudad española de Bilbao, por ejemplo, a partir del Museo Guggenheim, ya es otra.
El cambio ha supuesto también una nueva relación entre el público con el edificio, pues la visita no necesariamente implica ir a conocer la colección sino a hacerse la foto ante la espectacular construcción. Y esa forma de relación abre una pregunta: ¿importa más el continente que el contenido?
Ejemplos de esa transformación se advierten, además de Bilbao, en obras ya terminadas o en puerta como lo son el Museo Maxxi de Roma, creación de la premio Pritzker de Arquitectura, Zaha Hadid. Y en la línea de hacer del museo una especie de franquicia -concepto que ha consolidado el Guggenheim- está en puerta el proyecto de un Museo de Louvre en Dubai.
El Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana pone el tema sobre la mesa en su sexto Congreso Internacional de Museos, a celebrarse del 6 al 11 de junio.
“Hoy, más que ningún otro tipo de arquitectura, los museos están construyendo la imagen de la ciudad. Permiten nuevos espacios de socialización, entre la ciudadanía y la cultura. El museo como producto cultural ha cambiado completamente y la arquitectura expresa ese cambio”, afirma la doctora Ascensión Hernández Martínez, historiadora española, quien será una de las ponentes del encuentro.
La investigadora arroja una serie de preguntas que provocan el debate en torno del nuevo lugar del museo: ¿en qué medida la arquitectura satisface las necesidades del museo? ¿En qué medida el museo construye ciudad?
Francisco López Ruiz, director del Departamento de Arte de la UIA, plantea que hoy asistimos a un fenómeno a partir del cual se percibe que los museos, que antes eran espacios míticos a los que uno llegaba como un ciudadano que no tenía una opinión, ahora son más propositivos e invitan al público a tomar postura, a estar en desacuerdo, a que decidan si lo que está montado tiene calidad o no.
“Antes, el discurso estaba más puesto en las piezas arqueológicas, las obras de arte, los elementos interactivos; eso sigue siendo importante, pero ahora los museos, y muchos de los mexicanos en particular, ofrecen una experiencia significativa. Eso implica redactar discursos más complejos. Ya los museos toman en cuenta a los niños, a personas de la tercera edad, consideran diferentes intereses y estratos sociales”.
Sobre cómo los edificios espectaculares han modificado la relación museo-público, López dice: “Las ciudades luchan por llamar la atención y por establecer su propio museo que pueda ser llamativo, que pueda atraer a distintos tipos de públicos. Como se han convertido en elementos turísticos, ahora los museos son también lugares masificados donde va mucha gente que no necesariamente va interesada en lo que se expone sino en el edificio”.

El efecto Guggenheim
Con sedes en NY, Venecia, Berlín (más el cierre de la sede de Las Vegas e intentos frustrados en Río de Janeiro y Guadalajara), el Guggenheim ha sido criticado en su concepto de franquicia. Pero es desde aquí de donde ha partido también el desarrollo de una obra espectacular en cuanto a su arquitectura, que ha despertado un gran turismo e impacto en los lugares en que se establece.
Los especialistas toman el caso del Guggenheim de Bilbao porque en sus 14 años ha convertido la ciudad en una escala cultural obligada para el turista en España, pero también porque modificó a la misma ciudad con una serie de obras de infraestructura y porque la construcción en sí misma, del también Premio Pritzker de Arquitectura, Frank Gehry, ha dividido las opiniones entre quienes la consideran un hito y quienes ven en ella una imposición.
La doctora Ascensión Hernández, española de nacimiento, explica que Bilbao pasó de ser una ciudad “espantosa” con una gran crisis urbana, a un fenómeno cultural:
“En Bilbao, el edificio de Frank Gehry ha hecho por Bilbao lo impensable. Es la construcción del Museo el fenómeno más extenso que cambia la ciudad. Es un fenómeno económico. Es una escultura fascinante, pero tiene problemas para la exhibición, probablemente las únicas obras que ahí lucen bien son las de Richard Serra, hechas ex profeso para ese museo. Pero no siempre sucede así, porque las colecciones son anteriores. Se plantea entonces si la arquitectura debe someterse al contenido o convertirse en un reclamo espectacular que atrae más visitantes”.
Para López Ruiz, el Guggenheim Bilbao abre un modelo diferente: “El edificio se impone, no respeta el contexto urbano ni lo que se presenta adentro ni la colección. Hay un esfuerzo consciente del arquitecto por dejar una marca. Eso establece un cambio de paradigma: el museo se convierte en algo tan importante que reestructura todo lo que hay alrededor”.
Lo cierto es que el Guggenheim Bilbao cambió económicamente la ciudad, motivó el turismo. ¿No es acaso uno de los objetivos que se persigue?:
“No queremos poner etiquetas en el Congreso, decir si esto es bueno o no. Depende desde donde se evalúe. Desde el punto de vista económico y cultural claro que está bien que exista el Guggenheim de Bilbao. Pero para muchos, esa mole de titanio rompió el contexto urbano del centro de la ciudad. En todo caso, creo que cualquier cosa que ayude a los museos es buena. Lo que sí ha traído este efecto Bilbao es que ha puesto en primer lugar a los museos”, afirma.
Hernández, por su parte, plantea otros ejemplos de los últimos años, como el Maxxi, en Roma, donde Hadid privilegió el espacio para recorridos por encima de los de exhibición.
“Para los críticos es la mejor obra de Hadid. Es un museo que es el elogio a la curva y al recorrido, con todos los problemas que eso plantea a las muestras; pero es un fantástico museo”.
Los casos mexicanos
Como otra de autor está el caso del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.
“Es muy bueno que la ciudad tenga museos de todo tipo. Teodoro González de León hizo un trabajo muy destacado, polémico en su momento porque parecía competir con la sala Nezahualcóyotl, pero el edificio está bien resuelto. Se inserta en la corriente de museos de autor, que llama la atención y convoca a los públicos. Lo cierto es que es tan imponente que termina produciendo lo que la mayoría de los grandes museos, que es avasallar con el espacio. El MUAC requiere, necesariamente, obras de gran formato, exposiciones complejas, monumentales, para que el edificio esté en consonancia con lo que se expone adentro, pero lo han hecho bastante bien”, dice López Ruiz.
Y aunque su apertura es muy reciente como para determinar su impacto en la ciudad, el Museo Soumaya se alza como otra obra imponente que ya ha provocado más comentarios del edificio que de su contenido; sus características son innovadoras en toda la ciudad y su diseño ha despertado opiniones divididas. El arquitecto Fernando Romero, autor de la obra, hablará de ello en el Congreso Internacional de Museos.
En contraste con la arquitectura colosal de ciertos museos, hay experiencias de una arquitectura que Hernández describe como de “introspección en el gesto arquitectónico”, que da lugar a una mayor expresividad de las colecciones. Refiere a los museos Kolumba, de Colonia, “que huye del espectáculo conscientemente”, obra de otro premio Prtiztker, Peter Zumthor. Cita también el Neues Museum de Berlín, edificio con una gran carga simbólica e histórica, pues data del siglo XIX, fue destruido en la II Guerra y fue abandonado durante 50 años y al final lo restauró el arquitecto David Chipperfield , quien “ha sabido cauterizar la herida a través de la arquitectura”. Este edificio acaba de ser reconocido con el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea.
nota: las imagenes fueron tomadas de la web.
publicado el 28 agosto a las 02:11
me gustaaaa soy estudiante de arquitectura y me encanta diseñar museos