Revista España

Arquitectura tradicional Alistana

Por Viriato @ZProvincia

La arquitectura popular en Aliste es el resultado de la adaptación de sus habitantes a unas condiciones ambientales, climáticas y a un sistema agrícola de vocación ganadera. Muy similar a la de la Tierra Sayago.

Las características geológicas y forestales han determinado la utilización de la piedra y la madera como materiales indispensables en las construcciones. Por otra parte, el clima ha obligado a utilizar gruesos muros y tejados de pizarra de fuerte pendiente.

La distribución de la casa responde a un modelo económico basado en la ganadería extensiva y otras actividades económicas complementarias como las fraguas, molinos, pajares, palomares y como no, los corrales o pariciones para salvaguardar a las ovejas.

La arquitectura popular alistana está basada en sólidos materiales como la piedra, el adobe -aunque no lo parezca- , la "lonja" o pizarra y, aunque en menor medida, la teja roja. Con estos pesados materiales, el barro y la madera, se levantaban las macizas y austeras casas alistanas.

Estas viviendas estaban destinadas para la vida agrícola, por ello formaban parte de ellas o tenían anejos a ellas otras edificaciones distribuidas desde "el corral" formando la primera dependencia de la casa solariega del campo alistano a la que se entraba por la "portalada" .

La portalada y el corral


Estas viviendas estaban destinadas para la vida agrícola, por ello formaban parte de ellas o tenían anejos a ellas otras edificaciones distribuidas desde "el corral" formando la primera dependencia de la casa solariega del campo alistano a la que se entraba por la "portalada". Por ella comenzamos la descripción del elemento esencial de la arquitectura tradicional de Aliste.

La portalada

La primera parte de la casa era la portalada. Generalmente la única entrada de la casa a la que se entraba por una puerta grande parar que pudiese entrar el carro, incluso cargado, de doble hoja con una puerta interior para el paso de personas, se abría por medio de la aldaba (hay muchas y variadas) y se cerraba con una enorme llave que solo se utilizaba de noche, ya que se confiaba en la gente (como ahora, vamos) durante el día quedaba en un "machinal" o una "puyata". Estas aldabas las hacían los herreros en las fraguas de los pueblos y eran verdaderas obras de arte.


Las puertas grandes se cerraban por dentro con "la palanca" que era un simple palo de madera que presionaba la puerta desde la pared.

Fabricadas artesanalmente por los carpinteros de los pueblos, en madera del desaparecido "negrillo" o en roble y clavada o tachonada con grandes clavos. Había en la pared de la calle a un lado de la puerta, una estaca , una argolla o una herradura para atar los burros y al otro "el poyo" para sentarse, utilizado también para "mayar" el lino.

Cuando entrabas a la portalada lo primero que te encontrabas, era el carro (o te lo tragabas literalmente si ibas de noche porque no había luz). La portalada en si, era la parte anterior al corral, zona techada con maderas, vigas, "cantiaos" , y por fuera tejado de "lonja" o pizarra; utilizada para resguardar el carro, incluso cargado, de las inclemencias del tiempo y realizar tareas domésticas que necesitaban resguardo. En las paredes interiores se colocaban y colgaban todo tipo de aperos, desde "gadaños" a escaleras, arados, yugos para uñir las parejas de vacas y burros," etc.

El corral

Se cruzaba por la portalada llegando al corral ya sin techar, a la intemperie. Desde el corral se pasa a las puertas de las diferentes estancias repartidas a los lados donde se guardan los animales: las cuadras para vacas, burros o mulas; las "curtejas" para los cerdos y los diferentes "chicortes" para pequeños animales, como gallinas y conejos. En el corral también se amontonaba el "istierco" o estiércol que se formaba al cambiarle "la cama" a los animales. Sobre los tejados de cuadras y cortejas solía colocarse "el cabañal" que era la leña que se traía verde del monte, jaras y urz principalmente, y se iba secando con el tiempo, sirviendo para alimentar la lumbre de la cocina, sobre todo en el invierno; también se apilaba en el corral "rachones" o troncos más gordos de roble y encina, cepas de la sierra, etc.

El suelo del corral se cubría con el "estrumo" que eran ramas de jara, urz, trubisco, chaguazo, etc. para pisar sin humedad y no se hiciera barro. Con el tiempo se descomponía y se hacía estiércol que se utilizaba para abonar la tierra.

Muchos corrales contaban también con un pozo artesiano excavado en un lateral para abastecer a la vivienda cuando aún no contaban con agua corriente. Recuerdo con curiosidad que que en muchos corrales junto al pozo solía haber una parra y una higuera ¿Será por la humedad, quizás símbolos de fertilidad?

El astro y la cocina


Si la portalada da paso al corral, este, lo da a la vivienda propiamente dicha por una puerta ya de una sola hoja pero ancha y dividida o cortada en dos partes, llamándose la de arriba "cuarterón" cuya finalidad es permitir la apertura de la parte de arriba permaneciendo cerrada la de abajo con cierre independiente de la cerradura que iba en el cuarterón, con una llave parecida a la de la puerta de la portalada, quizás un poco más pequeña. No podía faltar en la parte de abajo, a un lado la "gatera".

El astro era también el lugar donde se colocaba la "cantarera" con los botijos, barrilas, cántaros y solían ponerse debajo o en el hueco de la escalera, incluso se colgaba el cochino en una escarpia clavada en una de las vigas o un machón y el "palancanero" con un pequeño espejo colgado de la pared.En la planta baja se encontraba una de las estancias más importantes de la vivienda, la cocina con la imprescindible chimenea de adobe rebocada de barro y como toda la casa "encalada",atravesada por un duro tronco de negrillo. Colgando de lo alto "las llares" para sujetar la caldera de cobre, los calderos y a veces el pote.

Entre la pared y la lumbre intermediaba un gran bloque de piedra que solía ser de granito "el morrillo".

No podían faltar las tenazas para atizar "los porros", el fuelle para avivarlo y a mano, las "estrebes" (trébedes) para poner encima cazuelas, puchero y sartenes (también las había con tres patas) las parrillas para asar ; y como no, el pote que casi continuamente estaba puesto a la lumbre debido a su lenta cocción.

Pegadas a la pared se situaban las banquillas (estrecho y largo banco con respaldo) y el señorial escaño (banco más ancho, con reposabrazos y respaldo más alto; en otras regiones se coloca el escaño frente al fuego y el alto respaldo evitaba la corriente formada por el tiro de la chimenea y la puerta), los taburetes, y desperdigados por la cocina, bancos y bancas que se ponían entorno a la lumbre.

Completaba el rústico mobiliario una mesa y varios "vasares" para guardar la loza, cazuelas de barro, jarras, cucharas y los famosos "tenedores portugueses". En época de matanza colgaban de paredes, machones y varales, los sabrosos productos del cochino para los que se utiliza el humo en su curación que le da ese particular olor y sabor. Muchas de estas viviendas tenían también el horno de leña para amasar, cuya boca solía situarse en la misma pared donde iba la lumbre; en otras casas había una"casa el horno" en alguna de las estancias del corral o aneja a ellas.Se alumbraba la oscura cocina con candiles, faroles, capuchinas.

En un cuarto aparte pegado a la cocina estaba "la despensa" donde se apilaban ollas de barro, grandes potes y cazuelas, la popular "romana" para pesar, la matanza ya curada, las "espaldas de tocino", etc.

En la planta baja solía haber un dormitorio y un comedor, no usado habitualmente, solo en celebraciones, ya que la mayor parte de la "vida" se pasaba en la oscura, aunque acogedora cocina, testigo de importantes acontecimientos, de innumerables cuentos e historias de ánimas, pastores, lobos y sierras, narrados por padres, madres, abuelos y abuelas sentados en esas bancas y bancos a los dos únicos calores que había... el de la lumbre y el de la familia.

La cocina, lugar en el que, en otros tiempos, en la intimidad se transmitían oralmente los conocimientos entre generaciones, tanto en lo que tiene que ver con la vida doméstica, el uso de las palabras propias de cada lugar, los ritos y leyendas que pervivieron durante siglos.

Por ella fluían y pasaban los aconteceres de la familia. Que recuerdos nos trae la imagen de la antigua cocina.

La cocina, aunque sería mejor llamarla la "sala de espera" porque allí se hacían muchas horas de espera:

De esperar a ver si se hace de día,

de esperar a ver si llueve,

de esperar a ver si escampa,

de esperar a ver si nace el rapá o la rapaza... ¡y que vengan bien!

de esperar... que se nos va padre,

de esperar... que se nos va madre,

Siempre esperando, pero... ¿Esperando qué?...

Esperando para salir "a la vida"

Esperando a que pase la vida.

Siempre esperando en la cocina, en el escaño, alrededor de la lumbre, de los potes.

A la segunda planta o sobrao en Aliste y doble en Sayago, se subía por una, casi siempre escalera interior de madera en dos tramos con un descansillo a la mitad más o menos. El sobrao estaba repartido en diferentes dependencias separadas por tabiques de adobe rebocadas del mismo barro, varios dormitorios y la panera o granero, donde se depositaba el grano en un gran montón, traído en sacos y fardelas que había que subir a cuestas por esas empinadas escaleras y donde más de uno se "mancó los cuadriles".

Sobre el grano se conservaban por mucho tiempo, los pimientos, la fruta y sobre todo los ratones que se ponían "embotillaus" de tanto comer, excepto los que cazaba el gato y las "pajareras" o trampas, ratoneras, etc.

Sobre los techos se colgaban racimos de uvas que se iban haciendo pasas y aguantaban una temporada más o menos frescas.

Los dormitorios eran sencillos, paredes blanqueadas con cal donde colgaba algún crucifijo o cuadros de santos y vírgenes como única decoración. Las camas, austeras, los cabeceros de madera o hierro forjado, más adelante aparecieron las niqueladas. Los colchones, si los había - o se dormía sobre jergones de paja - de borra o de lana de "la buena", las almohadas de "los añinos" (pequeños trozos de lana de corderos de un año). Cuando los colchones se ponían duros, con el buen tiempo se deshacían, se lavaba la lana en el río, se vareaba y se volvía a introducir.Los armarios no existían, los ropajes se guardaban en arcas y baules de madera, entre la ropa se ponían ramas de laurel para "espantar" a los parásitos.

Muchos de los sobraos no estaban techados, se veían las vigas, "cantiaos" y tablas que quedaban por debajo de las "lonjas", por lo que solían ser muy frío durante el invierno y las ventanas tampoco ajustaban bien.


El peso del tejado solía estar sujeto por una especie de armazón, "el pendulón" o estructura de madera para aguantar el tejado en algunas edificaciones. Se solía colocar en el centro del habitáculo para mejor soportar el peso del tejado cubierto de "refaldos" y grandes "lonjas" que lo hacían muy pesado.

Allá en tierra leonesa, un rincón se me olvidaba, Zamora tiene por nombre, Zamora la bien cercada, de un lado la cerca el Duero, del otro peña tajada. ¡Quien vos la quitare, hija, la mi maldición le caiga!


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