¿Por qué hablar en un blog de arquitectura sobre el último premio Nobel de literatura, sobre el presunto doping de Alberto Contador en el Tour de Francia 2010 o sobre si el asesino de John Lennon era o no, un agente programado por la CIA? Mucha gente me pregunta por qué escribir un blog así o por qué no escribir dos blogs: uno sobre arquitectura y otro sobre otras cosas: cine, arte, libros, cuentos, experiencias personales. No tendría tiempo para atender a cada uno de estos sitios web, pero la verdadera realidad es que no tendría sentido.
A finales del siglo XIX, más de 300 intelectuales y artistas franceses, entre los que se encontraban el autor de cuentos Guy de Maupassant, el escritor Alejandro Dumas (hijo), el arquitecto Charles Garnier o el poeta Paul Verlaine, se enfrentaron duramente con Gustave Eiffel a propósito de la construcción de su torre: un verdadero adefesio para ellos.
Por aquellos años, ya fuese en París, Madrid, Londres o Buenos Aires, cualquier acontecimiento de relativa importancia tenía su hueco en las tertulias de café y desde ellas se organizaban conspiraciones políticas, reorganizaciones urbanísticas o necesarios debates sociales. No se puede entender el mundo de hoy sin reconocer la valentía de quienes lo idearon: arquitectura y sociedad. La primera, siempre, al servicio de la segunda.
Ayer, EL PAÍS SEMANAL (domingo 10 de octubre de 2010 – páginas 36 a 47), tituló uno de sus reportajes: ARQUITECTOS CON NUEVAS RESPUESTAS y en él relaciona a un grupo de arquitectos, todos ellos en el entorno de los 40 años de vida y como dice el primer párrafo del artículo, “sus desvelos pasan más por escuchar a la sociedad y dar respuesta a sus problemas que por construir de acuerdo con estrictas normas ajenas”.
Más allá de lo que pudiera pensarse de la escasa obra firmada por Andrés Jaque (Madrid, 1971), lo verdaderamente interesante del personaje reside en una de sus afirmaciones: la arquitectura es una actividad política. A La Panadería, colectivo integrado por Eva Morales (Jerez de la Frontera, 1974), Ruben Alonso (Barcelona, 1973) y David Cañavate (Sevilla, 1972), les interesa “la opinión del profano que tanto asusta a los arquitectos de otras generaciones” y concluyen que “está en nuestras manos proponer otra manera de hacer arquitectura, intentar cambiar el sistema de valores y recuperar la función social del arquitecto”. Para la arquitecta Victoria Garriga (Barcelona, 1969), la primera y más importante fuente de información es “la propia experiencia vivida”.
O lo que es lo mismo y conclusión del artículo: todos estos jóvenes entienden que el arquitecto debería ser uno más entre quienes contribuyen a promover el diálogo para construir entornos en los que sea posible proteger las diferencias (culturales, políticas y sociales) y vivir (todos) pacífica y libremente.
Desde aquí, por tanto, nuestro pequeño grano de arena.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com