Revista Infancia

Arrastrarse, gatear y aprender en movimiento

Por Babytribu @babytribu

¡Hola querida tribu! Seguramente conoceréis bastante de los beneficios que tienen el arrastre o reptación y el gateo para el desarrollo motor y sensorial, pero de este artículo te llevarás algunos datos y conocimientos curiosos e importantes que te harán más sabio y sabia y te ayudarán a acompañar a la infancia de manera más respetuosa y amable. ¡Espero que te guste!

Arrastrarse, gatear y aprender en movimiento

La bipedestación es el mayor logro motriz que los niños y las niñas están dispuestos a conseguir, más tarde o más temprano todos consiguen conquistar la relación con el equilibrio y sus pies en el suelo. Esto sucede, a veces,  a los 12 meses y otras a los 18 meses de vida. Pero, ¿qué podemos  decir de otros logros motrices, como el arrastre o el gateo?

El arrastre o reptación y el gateo son dos patrones de movimiento innato, dos etapas sucesivas y funcionales, antecedentes de la bipedestación e inherentes a nuestro desarrollo motor.

Como seres humanos, alcanzamos principales hitos de desarrollo que nos permiten ser cada vez más autónomos y autónomas y lo hacemos con gran rapidez. Primero, nos volteamos a boca abajo desde la posición de boca arriba (4 m aprox.), cuando controlamos el peso de nuestra cabeza boca abajo intentamos arrastrarnos por el suelo (6 m aprox.), y si ya reptamos con autonomía (9 m aprox.) entrenamos la posición de cuatro patas para finalmente gatear (10 m aprox.) antes de ponernos de pie. Son acciones cotidianas  y progresivas que, si tenemos un poco de capacidad de observación vemos realizar a todos los bebés, y ¡claro! si les damos la oportunidad de entrenarse libremente en el suelo, porque pasar tiempo en el suelo y permitirles moverse en libertad desde muy temprano, es una buena inversión, el mejor regalo y un excelente juego.

El arrastre y el gateo son las primeras experiencias de movimiento y de desplazamiento que el niño vive y siente en su entorno, son muy valiosas y enriquecedoras porque le permiten fortalecer su musculatura, tomar conciencia y control sobre su cuerpo, orientarse en el espacio, desarrollar la capacidad de pensamiento y adquirir confianza, independencia y seguridad en sí mismo. Todo ello, muy necesario y tremendamente importante para poder ponernos de pie.

Arrastrarse, gatear y aprender en movimiento

Es interesante saber, además, que estudios realizados en tribus primitivas que conviven en la selva avalan que estos dos procesos motores activan y perfeccionan la capacidad de visión de cercanía. Las criaturas de estas tribus pasan sus primeros años de vida llevados a cuestas por su madre y nunca tienen la oportunidad de arrastrarse ni de gatear (por serpientes, plantas venenosas y otra serie de peligros que existen en el suelo). Posteriormente, demuestran que ninguna de ellas puede enfocar sus ojos a ninguna cosa que esté más cercana que la distancia de sus brazos. En cambio, tienen una excelente vista a larga distancia. Nos sonará “eso” que escuchamos de que: “el gateo influye en la lectura y la escritura”. Es precisamente por este motivo.

Arrastrarse y gatear son experiencias motrices (y sensoriales) fundamentales que todos los niños y niñas tienen que tener el derecho de adquirir y vivenciar porque entra en acción nuestra capacidad de movimiento, de visión y de pensamiento. Coordinamos, a la vez, “ver, sentir y pensar”. Es más, a través del movimiento la criatura expresa su particular manera de ser y estar en el mundo, lo cual el pedagogo francés Bernard Aucoiturier denominó “expresividad motriz”. Y la psicóloga argentina Myrtha Chokler, en sus observaciones realizadas sobre psicomotricidad en la primera infancia, coincide con esta visión, enunciando “El niño utiliza su motricidad no sólo para moverse, para desplazarse o para tomar los objetos, sino, para ser y para aprender a pensar”. 

Las experiencias vividas reptando y gateando en el suelo son únicas y exclusivas, porque cada una es diferente, y en cada una se aprende algo nuevo. Un suelo libre de peligros reales, con objetos que despierten la curiosidad, estimulen los sentidos y tengan facilidad de agarre (cucharas de madera, anillas, telas, objetos que suenan…) es un mundo de conocimiento, de exploración, y de aventuras que los bebés están deseando experimentar. Desde el primer mes de vida, el bebé puede pasar sus ratos libres en el suelo, su primer juguete serán sus manos y sus pies y a partir del tercer o cuarto mes comenzará a mostrar interés por lo que le rodea. El adulto se debe mostrar sensible a las señales que emite el bebé e ir modificando el espacio de juego según vaya adquiriendo nuevos logros motores y sus intereses vayan cambiando.

Arrastrarse, gatear y aprender en movimiento

Moverse es signo de vitalidad y energía, sólo quien puede moverse está vivo.

A Laura y María Teresa, por ser tan especiales.

Paloma Nuria Gonzalo García

Goddard, Sally (2015). Reflejos, aprendizaje y comportamiento. Una ventana abierta para entender la mente y el comportamiento de niños y adultos. Vida kinesología (Barcelona).

Dolto, Françoise (2000). Las etapas de la infancia. Paidós (Barcelona)

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