Revista Música
Para los pitagóricos, las relaciones entre los sonidos podían expresarse en números y ser usadas como modelos auténticos de la armonía del mundo. Armonía y número revelaban así su más profunda naturaleza hermanados en la música. Salvando el tiempo y las revoluciones científicas que separan a los griegos de la antigüedad de los de nuestro tiempo, parece que Iannis Xenakis (Braila, Rumanía, 1922 - París, 2001) estuvo imbuido de buena parte de este espíritu que busca en el modelo matemático caminos para la expresión artística. "El pasado significa mucho para mí", dijo Xenakis y es en esta conexión con la filosofía antigua como mejor se entiende su postura ante la tradición, que queda también reflejada en el título de sus obras.
Esta búsqueda de principios objetivos, científicos, sobre los que fundar la realidad subjetiva del arte fue explicada por el propio compositor con claridad: "Estoy convencido de que no se alcanza una visión universal de las cosas a través de la religión, el sentimiento o la tradición, sino a través de las ciencias naturales. Con ayuda del pensamiento científico. Eso no significa que sólo con eso y sin otros puntos de referencia, sin un pensamiento general, vayamos a llegar a alguna parte. El pensamiento científico me pone un instrumento en la mano con el que podré llevar a cabo mis ideas de origen no-científico. Y estas ideas son el producto de determinadas visiones e intuiciones".
Y es que nada más lejano de la creación artística de Xenakis que la asepsia puramente matemática y objetiva. Aunque parta de modelos estocásticos, su música alcanzó, desde la impactante presentación de Metastaséis en 1953, una fuerza expresiva que puede considerarse única en el panorama de las vanguardias de los años 50 y 60. Con Xenakis, la masa sonora se convierte en la gran protagonista del discurso. El compositor ya no opera por adición de elementos, sino que concibe la obra partiendo del bloque sonoro compacto al que va dando forma como el escultor que cincela su pieza de mármol.
Este gusto por moldear los sonidos entendidos como masa llevó al compositor a trabajar frecuentemente con la orquesta, a la que dedicó a lo largo de su carrera una cuarentena de piezas. Se trata de un repertorio nada fácil para los conjuntos, pues los instrumentos son exigidos hasta el límite de sus posibilidades, pero de una sonoridad inconfundible y especial, arrolladora por la violenta energía desplegada, subyugante por la originalidad de los juegos tímbricos, hipnótica por la capacidad para mantener la tensa atención del oyente hasta la extinción final del sonido. El director madrileño Arturo Tamayo lleva años grabando esta música con la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo para el sello Timpani, que ahora publica los cinco volúmenes aparecidos hasta la fecha en una caja que recoge un total de 23 obras, perfecta representación de este arte hecho de pulsiones febriles, de un deslumbrante arrebato matemático.
[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 22 de mayo de 2010]
IANNIS XENAKIS - OEUVRES POUR ORCHESTRE
Orquesta Filarmónica de Luxemburgo
Director: Arturo Tamayo
Iannis Xenakis (1922-2001)
CD 1
1. Aïs
2. Tracées
3. Empreintes
4. Noomena
5. Roaï
CD 2
1. Jonchaies
2. Shaar
3. Lichens
4. Antikhthon
CD 3
1. Synaphaï
2. Horos
3. Eridanos
4. Kyania
CD 4
1. Erikhthon
2. Ata
3. Akrata
4. Krinoïdi
CD 5
1. Métastaséis
2. Pithoprakta
3. ST/48
4. Achorripsis
5. Syrmos
6. Hiketidès
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5 CD TIMPANI 5C1177 (Diverdi) [59'02'' - 63'14'' - 64'16'' - 53'08'' - 60'18'']
Grabación: Febrero y Abril de 2000 (CD 1), Marzo y Abril de 2001 (CD 2), Marzo y Mayo de 2002 (CD 3), Junio de 2004 (CD 4), Mayo de 2006 (CD 5)
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