Arrecife: Qué ver en la capital de Lanzarote

Últimamente me he dado cuenta de que las expectativas son un factor muy importante en los viajes, como en la vida. A veces tenemos fijación por un lugar y leemos cosas que no nos hacen albergar mucha esperanza, pero en nuestro fuero interno nos decimos que sí, que seguro que algo encierran. Hay personas además que por su carácter van a ir sí o sí; llamadlos cabezones, pejigueros o moscas cojoneras personas quisquillosas. Esto me sucedió a mí con Arrecife, capital de Lanzarote. Al ser su núcleo urbano principal, no podía creer que no tuviera algo interesante que visitar o un rincón donde poder disfrutar de un bello paisaje. Lo busqué con ahínco en Internet, pero no encontré apenas referencias. Por eso hoy os lo quiero contar de primera mano. Mi experiencia; mis impresiones; los lugares que visité.

Tecleaba en Google “Qué ver en Arrecife”, “Qué visitar en Arrecife” o “Lo mejor de Arrecife”, pero nada. Solo encontraba información de fuentes oficiales, a menudo con demasiados datos e información encorsetada. Las fotos apenas se apreciaban y yo quería imágenes de un tamaño mayor. Nada; otra vez. Ahora creo que si un lugar no deja un puñado, por pequeño que sea, de fotos bonitas, es que no tiene demasiado que ofrecer. Y como yo pensaba, como me empeñaba en creer y finalmente así fue, Arrecife tenía algunas estampas esperando a ser descubiertas.

El centro de Arrecife

Arrecife es una ciudad humilde y me dio esta imagen desde sus afueras, tanto por el ambiente como por las construcciones. Está cerca del aeropuerto y otros puntos turísticos de la isla, como Costa Teguise, donde nos alojábamos (en el que es seguro uno de los mejores apartamentos de Airbnb de Lanzarote). A medida que íbamos avanzando con el coche, permanecía esta sensación. Dejamos el coche en uno de los parkings en altura que tiene la ciudad, encerrada de una forma en ocasiones caótica en un espacio no demasiado grande. Es pequeña, por lo que también es manejable, así que después de situarnos y encarar el mar, llegamos pronto a una de las vías principales: la calle León y Castillo.

Esta zona no tiene mucho que ver, pero a dos pasos está por un lado, el paseo marítimo; y por otro, el barrio de San Ginés. A medida que avanzamos hacia este último, los bares y los pequeños parques comienzan a tener mejor pinta. Atención especial merece la Iglesia Matriz de San Ginés Obispo, que data de 1574, y es imagen del barrio pesquero del que hablaré en un apartado especial pues es sin duda, el rincón más agradable y bello de la urbe.

El castillo de San Gabriel y el Puente de Las Bolas

Una de las zonas más bonitas de Arrecife es sin duda de la ciudad es el paseo marítimo y el pequeño camino empedrado que lleva al Castillo de San Gabriel. Este se erigió en el año 1572 y años después se quemó por una invasión morisca. Su reconstrucción dejó el aspecto que hoy luce y su corte defensivo ha dejado lugar al recreativo, siendo un buen mirador para observar con distancia la ciudad y el entorno.

No obstante, se usó en la guerra hispano-estadounidense de 1896 y de ahí que luzca dos grandes cañones que hoy son un símbolo en su entrada. El lugar, lejos de evocar tiempos de guerra, hoy es muy agradable y tan solo el golpeo del mar puede perturbarlo.

En uno de los caminos de piedra, rodeado de agua cristalina, está el Puente de las Bolas, que junto al castillo, conforma un bonito paisaje. Es único en sus características en las Islas Canarias y emblemático en el turismo de la ciudad.

El barrio de San Ginés

Si como adelanté al inicio, una ciudad se puede medir en cierto modo por las imágenes bonitas a las que da lugar, el barrio de San Ginés podría considerarse uno de los lugares más interesantes de la capital de Lanzarote. Es el típico lugar donde llegas, haces una foto y siempre sale bonita.

¿Por qué? el mar entra en este barrio creando una estampa de barcos pesqueros y fachadas blancas al fondo a la que nadie puede resistirse. Es una especie de laguna, por lo que el barrio es conocido como ‘El charco de San Ginés’, juntando allí tanto restaurantes sofisticados y turísticos como a los vecinos que charlan o pasean por sus inmediaciones.

Dos puentes unen las diferentes partes de territorio, ofreciendo caminos donde seguir admirando la belleza del lugar. Tras un paseo corto y muchas fotos nos vamos, pero volveremos para cenar; allí, en ese lugar donde nos sentimos tan bien desde que llegamos. Y sorprendentemente, fue a mejor, cenando, de noche y con ese embrujo especial que le da a las cosas la luz tenue.

El restaurante que me hace hablar tan bien del lugar es la ‘Tabernita del Charco’, que aún regentado por una mujer checa, tiene un carácter isleño y un saber hacer especial. Como platos principales, probamos una ensaladita, calamar y un magnífico tartar de atún, acompañados de un vino de la isla y atención personalizada en todo momento. Tanto, que se ofreció a mi acompañante una infusión de diversas hierbas naturales que sabía mejor para una servidora que cualquier postre imaginable. Me quedé con ganas de probar el sushi casero y de volver cada cierto tiempo. Y aunque queda un poco lejos… ¡Quién sabe!

El último día antes de irnos, volvimos a Arrecife. Está cerca del aeropuerto y nos parecía el único lugar para volver a “perder el tiempo”. San Ginés fue de nuevo el lugar elegido. La Bulla es un restaurante de tapas, mucho más normal y donde sin embargo, seguí sintiendo que aquel lugar era un poco mío. Os lo recomiendo, claro está.

Marina Lanzarote

Otro de los lugares que quisimos visitar el último día, pues nos creaba curiosidad, es el centro comercial Marina Lanzarote, que nació con la vocación de abrir por otro lado la ciudad al mar. Eso siempre nos parece una buena idea. Por eso, conectada con la parte sur de la urbe, se puede aquí pasear con la vista de los barcos amarrados en frente. Hacer shopping o tomar algo son los planes principales. Nosotros no le dedicamos mucho tiempo, pero para tomar el café puede ser agradable.

La cruz: El Arrecife Gran Hotel & Spa

Por último me gustaría acabar este artículo criticando algo de la ciudad, que no todo iba a ser encontrar rincones con encanto. Se trata del hotel Arrecife Gran Hotel & Spa, una mancha de hormigón en una ciudad que hace de su sencillez su principal encanto. A pie de playa, en mitad del paseo marítimo, se ve desde todos los puntos alejados de la ciudad, emborronando el paisaje de volcanes, casas de fachadas blancas y aire relajado que me encandiló.

*Si quieres saber más de nuestro viaje a Lanzarote, te invito a leer el post resumen de los seis días que pasamos en la isla.