Por Jhonny Arrendel.
El autor es periodista; reside en Santo Domingo.
La emblemática Casa Nacional del Partido de la Liberación Dominicana ha devenido en punto de referencia, donde casi no se realizan actividades de naturaleza propiamente política, y ya difícilmente se generan noticias que alimenten a los medios de comunicación.
Empleados del que fuera el local más activo del partido fundado por Juan Bosch, quien incluso, dispuso que no tuviera puertas ni cerraduras, de manera que “hasta los Viernes Santos se mantuviese abierto”, deploran esta nueva realidad.
Lo que molesta sobremanera a los “peledeístas de la Casa”, es que sospechan que la huida de los dirigentes de mayor nombradía, quienes ocupan las posiciones con más poder y remuneración, es con el fin de evitar darles la cara los “compañeritos de la base”.
Sin embargo, esos militantes sostienen que el temor de los funcionarios no tiene razón de ser, ya que la formación de los peledeístas de vieja data, quienes son lo que por lo regular hacen vida en la sede, les lleva a nunca incurrir en la práctica del picoteo , común entre los llamados “pica picas”.
Precisamente, Ramón Silva, veterano del cuerpo de Seguridad del PLD y destacado en la Casa Nacional, se quejaba mientras realizaba su solitario servicio de que el vetusto local de la avenida Independencia se ha convertido en un desierto.
Explicó que la situación se agudizó luego de la muerte del legendario dirigente Cheché Luna, accidentado en 2011, mientras coordinaba una caravana del entonces precandidato presidencial, Danilo Medina, en Puerto plata.
Recordó que Cheché, quien fue de los principales coordinadores del área de Seguridad del PLD, era respetado y hasta temido por los miembros de la cúpula, ya que no dudaba en reclamarles siempre que percibía que no les daban calor al partido.
El abandono de la Casa Nacional del PLD se refleja en lo que durante décadas fue su centro neurálgico, el viejo árbol de limoncillo que domina su patio trasero, otrora escenario de tertulias matizadas por anécdotas y discusiones, pero que hoy solo son recuerdos.
En tanto, El anfiteatro levantada en el patio a iniciativas del patriarca Juan Bosch, bautizado como Foro Cultural de la Liberación, ha sido destinado como almacén de cachivaches.
Bosch concibió este para dedicarlo de manera permanente a la cultura, a modo de demostrar la vinculación entre las luchas políticas y las actividades que elevan el espíritu.
Lo que todos los peledeístas admiten, es que Héctor Olivo, secretario de Comunicaciones, es el único titular que acude religiosamente a desempeñar su labores día por día.
También es común ver a dirigentes ortodoxos, entre ellos al secretario de Actos, Fernando Báez Pozo, a quienes paulatinamente se les desplaza de las principales responsabilidades partidistas y gubernamentales, acudir con regularidad a la Casa y lamentar la situación del momento.
Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana.