Lo pequeño no se limita al tamaño físico, o eso pretendía decirnos la historia original de Los Diminutos de Mary Norton. Mientras un niño profundamente enfermo es trasladado de la ciudad al campo a vivir con su tía (inmerso en una vida carente de emoción, sentido o pretensiones), una familia de seres diminutos lucha por la supervivencia, que en algunos momentos termina convirtiéndose en un reto apocalíptico. Este viernes podrías disfrutar de una odisea en un mundo que, si visto desde la enanidad es hermosamente desafiante.
Magia, enfermedad, paisajes naturales a pequeña escala, amor por el verde y una porción saludable de metáforas japonesas son los grandes temas de los creadores del Studio Ghibli, generador de títulos como Ponyo, Nausicaä del valle del viento, Mi vecino Totoro, Nicky aprendiz de bruja, El castillo ambulante, o la aclamada El viaje de Chihiro. Será el guión del padrino de la casa, Miyakazi, y el director el más joven hasta la fecha, Yonebayashi.
En esta trama agridulce se habla de la lucha constante que se establece entre las condiciones adquiridas por nacimiento y nuestra capacidad para conseguir llegar a nuestras metas empleando nuestra fuerza interior. En Arrietty y el mundo de los diminutos juntos, grandes y pequeños caminarán hacia un destino marcado de extinción y muerte con las ganas de vivir característica de los corazones gallardos. Es así como esta adaptación muy cuidada no pierde la esencia, y apenas modifica partes del argumento de la novela original que si bien desarrollan más profundamente todo el potencial del argumento en torno al que gira esta historia harían estridencia en el tinte infantil de los creadores de esta nueva obra (Disney y Ghibli).
En el apartado técnico de la película nos encontraremos con los fondos de acuarela y pastel característicos del cel animation, con la quietud más típica de la primera etapa de grandes piezas Disney (Pinocho, Blancanieves y los siete enanitos) pero también con una técnica más cuidada en el desarrollo de movimiento de los personajos, muy del gusto de estos japoneses. Dando pie a una recreación estética y a la exploración del detallismo que no molesta a la acción, si bien no es excusa para la falta de ídem, que se echará de menos en el cómputo general de las mismas que aparecen en el film. Preciosas escenas de coreografía del peligro a partes iguales con el misterio y la doble lectura. Es especialmente reseñable, por supuesto, todo lo concerniente a los gatos, que como en todas sus producciones es siempre exhibición de talento expresivo que ejemplifica el potencial y excepcionalidad de los creadores nipones.
Arrietty no será la más original pero sí la más redonda y consistente de las creadas hasta la fecha dirigida para niños y adultos al mismo tiempo. Magnifico documento caracterizado por aunar de forma precisa una historia de valores tradicionales y las técnicas de animación más entrañables. Por último, otra de las luces más brillantes del film es Cécile Corbel. Cantará la banda sonora como en otras entregas añadiento invariablemete un toque personal que matiza y embellece.
Los niños más pequeños podrán disfrutarla bien, mientras que los de 11 o 12 años echarán probablemente más en falta emoción y comicidad más propias de trabajos de Pixar Dreamworks y similares, pero los estudios Ghibli no engañan, y para espectadores tranquilos es una delicia visual y un paseo por el universo anime más entrañable e infantil. Lo dicho, si desconoces de la obra del Studio Ghibli verás esta cinta como una excepcional y tradicional película infantiloide, que querrás enseñar a los más pequeños mientras te entristeces por haberte pillado mayor para verla con esa perspectiva inocente. Por la otra parte, para los iniciados y fans de Miyazaki y otros estudios de su misma altura será otra obra más poco sobresaliente de su trayectoria. Lo que no quita que tenga momentos únicos y un final enternecedor, hasta el punto de que podrán entristecerse los más emotivos de que la película no les conceda un final cerrado. Perfecta para una tarde relajante sin pretensiones.
Artículo de Esther Miguel Trula.