Revista Espiritualidad
Y una vez que uno se aventura en el amplísimo plano de lo espiritual (por otra parte hermano y simultáneo con todos los demás incluido el material), casi de forma inmediata cree (sin darse cuenta de que lo está creyendo) ser más evolucionado que la gran mayoría de los que conoce.
Es cierto que deprisa y corriendo aprende a manifestarse humilde (y no he dicho a serlo) pero no deja de ser cierto también que en el fondo de sus fondos está convencido de que posee una parte de verdad que a los otros, por alguna razón inexplicable, les está vedado. (Ah, que no te ha pasado nunca?! A mí sí)
Cuando uno se adentra por esos mundos tiende a olvidar que por muy espiritual que se manifieste y hasta lo sea en serio, los mecanismos psicológicos propios del obvio hecho de ser humano continúan actuando.
Que si se comportaba de forma avariciosa, será avaricioso como una urraca con las cosas del espíritu; que si era perezoso, así será en cuanto a las cosas del espíritu y si arrogante, pues arrogante en cualquiera de los planos por donde camine.
Algunas veces pienso que para acceder a un dojo, sinagoga, mezquita o lo que sea, deberían hacernos pasar por un psicotécnico
Y la mayor parte de las veces lo normal es que nos rechazaran amablemente:
- No, usted viene para sentirse mejor, que no es que esté mal, es solo que es poco y escaso.
- No, usted viene por obligación devota y amorosa, siguiendo a su novi@ y no es esa la idea.
- No, usted viene por curiosidad y aquí no tenemos nada para saciarla. Busque en los libros.
- No, usted viene huyendo de su vida y, lo siento, pero se va a encontrar de manos a bruces de nuevo con ella y hasta con su propia muerte...
.... claro que si no fuera por ninguna de esas cuestiones que nos empujan y obligan, del mismo modo que respiramos, comemos, reímos, leemos, fabricamos y todo lo demás, al iniciar el día igual que al caer la noche, nos sentaríamos durante un delicioso trocito de tiempo y probablemente no lo llamaríamos de ninguna forma. Tal vez es que no haga falta nombrarlo para encarnarlo.