Los medios españoles de mayor audiencia han expresado su admiración por el arte vanguardista de “Los encargados”, una instalación de Santiago Sierra y Jorge Galindo, con fotos invertidas en blanco y negro del Rey y de los seis presidentes españoles de gobiernos de la democracia: Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy.
Esos retratos, de unos 3x3 metros los habían paseado los autores por el centro de Madrid sobre grandes vehículos negros en una “performance” grabada en vídeo, con el himno anarquista “A las barricadas, a los parapetos” cantado en ruso, para denunciar la estafa de la democracia española.
Representar a la gente al revés es una simpleza, una expresión tan vanguardista que lo practicaban las primeras tribus humanas con sus enemigos, y lo hacen ahora con sus víctimas los torturadores.
Aparte de pueril, ese tipo de supuesto arte hace bueno al totalitarismo fascista o comunista al vilipendiar una democracia que, por muy defectuosa que sea, nació tras una dictadura en un contexto que quieren ignorar los autores, que tenían diez años cuando murió Franco.
La imagen de un político boca abajo más impactante y recordada es la de Mussolini que, fusilado junto a Clara Petacci, fue colgado así el 28 de abril de 1948 por orden de Walter Audisio, “Coronel Valerio”, comunista de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española.
Identificar con Mussolini a quienes, a pesar de sus errores, egoísmos e insensateces, facilitaron la democracia, es infantil y bobalicón.
“Coronel Valerio” fue más artista que estos dos tan alabados por críticos que, a falta de ideas originales bien trabajadas, copian simplezas.
El siniestro “Coronel Valerio” dejó las imágenes de los fascistas colgados como expresión perenne del odio, mientras las de los seudoartistas acabarán en la basura, como tanto falso arte contemporáneo.
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SALAS