Todo tiene su cara y su cruz, así que hoy voy a abordar el tema desde su otro lado:desde el lado del amante de las artes que muchas veces se siente juzgado como prepotente o esnobpor sus conocimientos y nivel cultural.
- Alguna vez me ha pasado, en ciertos círculos sociales y con cierto tipo de personas, que he comentado que Chaplin mola y que ver cine mudo puede ser una bonita experiencia, y me han mirado con cara de “ya tuvo que saltar la enterada esta”. Vamos, que ni siquiera, en una conversación que iba sobre cine, ha habido una puerta abierta a conocer opiniones y experiencias diferentes.
¿Qué opinas del tema?
¿Te has encontrado con casos similares?
¿Crees que el arte es incomprendido?
¿Crees que sería posible llegar a un punto de encuentro entre ambos personajes?
Ante una persona con amplios conocimientos culturales y amor por las artes muchas veces existe el prejuicio popular de que es un pedante. Aunque existan, y de esas personas ya hablamos en el post anterior, no se puede cortar a todo el mundo por un mismo patrón.Que alguien disfrute con el arte, y que consuma arte más allá de lo más comercial, no quiere decir que sea un esnob.Hay algo que suele ocurrir muy a menudo y que muchas veces es motivo de conflicto (no sólo en el tema que nos ocupa) y es que a veceshablamos sin tener mucha idea de lo que estamos diciendo, yo la primera.El arte, en todas sus formas, es algo subjetivo y que algo te guste o no te guste dependerá de muchos factores, de tu momento vital, de tu cultura, de tus costumbres, etc. Sin embargo,no deberíamos juzgar el valor sobre una obra (ya sea pintura, cine, música, fotografía…) en función de que a nosotros nos guste o no.Muchas personas defienden su opinión sobre alguna obra, o estilo artístico, con tanta vehemencia; y basándose única y exclusivamente en su gusto personal; que pueden provocar en el otro una reacción igual de vehemente, y la bomba explota. Cuando eso pasa, del intercambio de opiniones a la falta de respeto sólo hay un paso.Y es que al finalambas posturas se caracterizan por lo mismo: por un enorme ego y una necesidad constante de defenderse y de quedar por encima de los demás.