Miércoles 24 de mayo de 2000. Los hinchas de Boca llevan tatuada esa fecha en su piel. Es el Día de la Paternidad. Aquella noche copera, Chelo Delgado, Riquelme y Palermo se hicieron cargo de la aguja. Y a su manera, diseñaron un dibujo eterno en el cuerpo de los fanáticos xeneizes. Le pusieron color, brillo y delirio con sus gritos en la red. Y JR, un distinto en cuestiones del arte fubolero, le agregó un trazo extraordinario. Mágico. Lo sufrió el colombiano Mario Yepes en el temblor de la Bombonera. Y nadie describió como Martín Caparrós este De paso, cañazo: “Esa noche, Riquelme era arte premoderno: pisadas, amasadas, amagues, toques. En un momento se llevó a Yepes contra la raya derecha, cerca de la mediacancha, y lo retó a que se la sacara. Yepes se le fue al humo. Román, de espaldas, la pisó para atrás y se la hizo pasar entre las piernas: puro placer. El caño más coreado de la historia”.