Moisés Cayetano Rosado¿Por qué no continuar -ahora en La Rioja- por un detalle curioso, dentro de la espectacularidad de lo que pocos ignoran: los monasterios de Suso y Yuso, en San Millán de la Cogolla? Esa curiosidad son los grafitis del Monasterio de Suso, primitivo cenobio visigótico de ampliación mozárabe y terminación románica, que no tiene rival.¿Ha reparado el visitante en los grabados de su exterior porticado? Nombres y dibujos ingeniosos que hoy serían atentado terrible contra semejante patrimonio arquitectónico, pero -encuadrados en su época- resultan cuando menos sorprendentes. Son un detalle ingenuo dentro de la grandeza del conjunto.
Grafitti M. Suso. S. Millán de la Cogolla
Saltando al noroeste, nos internamos en la Rioja alavesa, donde hay que visitar sin excusa la población de Laguardia. Ciudad-fortaleza que rivaliza con las de mayor encanto de legado medieval. Y entre lo mucho que atesora, la admirable portada de la Iglesia de Santa María de los Reyes, que conserva como ninguna la policromía de su portada, gracias al resguardo de su cubierta exterior.Todo el ingenio del clasicismo gótico se derrama por columnas, arquivoltas, tímpano y parteluz, resaltando la Vida de la Virgen, asistida por ángeles, apóstoles, santos, reyes; escenas de la Anunciación, Nacimiento, Adoración de Jesús; su muerte y resurrección gloriosa; esa magnífica talla con su Hijo, bajo dosel…Iglesia Sta. Mª de los Reyes. Laguardia.
La Virgen con el Niño en su regazo es temática recurrente en la escultura religiosa de toda la cristiandad, muy repetida en esta zona, como Madre amantísima, o como Nueva Eva trayendo el mensaje de la Redención. Así, por ejemplo, en esta talla románica exenta de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, que tiene suavizado el hieratismo de la época gracias a lo curvado de los rostros -especialmente el materno-, la carnosidad de los labios y el resalte de pómulos y mejillas.Virgen con el Niño. Catedral d
Santo Domingo de la Calzada
Sepulcro de Blanca de Navarra. Monasterio St. Mª la Real de Nájera
Hagan la ruta. Es imposible describirla. Y apuntarla apenas si resulta ilustrativo. Ver y tocar -como un Santo Tomás-, se hace necesario, para abarcar tanta grandeza y disfrutarla sin reservas.